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Cádiz

Dos gaditanas se unen a la querella nacional contra Yves Rocher

  • Más de 30 franquiciadas han puesto una demanda por presunta estafa entre otros delitos contra la multinacional francesa

Isabel Umpiérrez y Jessica Morales poco podían imaginar la que les esperaba cuando la dirección nacional de la multinacional francesa Yves Rocher les presentó la cuenta de explotación que tendría su franquicia de la calle Columela en Cádiz: "Lo pintan muy bonito y aunque sabíamos que no nos íbamos a enriquecer, por lo menos no nos endeudaríamos y tendríamos para ganarnos la vida". Lo que no sabían era como iba a acabar la aventura poco más de un año después, con una deuda hacia la empresa, daños psicológicos y la entrada en una demanda junto a más de una treintena de franquiciadas en toda España contra Yves Rocher.

El abogado David Perales recibió el primer caso en Vilanova i la Geltrú, en Barcelona, y en sus juzgados puso una denuncia. Después, cuando poco a poco las franquiciadas han ido conociendo la demanda, se han ido uniendo porque se han visto identificadas.

Aunque cada caso es distinto, todos tienen más o menos el mismo patrón. El franquiciado paga la fianza y el canon del negocio y realiza las obras en el local, para posteriormente irse endeudando progresivamente con Yves Rocher hasta perder el control de su franquicia. Así, según lo que aparece en la demanda, se generan deudas ficticias con ajustes irregulares de lo stocks, ya que se los ordenadores de cada tienda están conectados a los de la central en España. Cuando a los franquiciados se les acaba la posibilidad de financiarse de manera externa, les obligan a firmar unos reconocimientos de deuda y la situación, que suele ir a peor, acaba en una ejecución de los avales y en la resolución de contratos. De esta manera, Yves Rocher recupera la tienda, se queda con la deuda de los franquiciados y además con el stock.

Isabel Umpiérrez recuerda que entre ella y su socia tuvieron que presentar un aval de 42.000 euros y después tenían que pagar un canon de entrada de más de 5.000 euros.

Ya el primer contratiempo se produce con el stock necesario para la apertura de la tienda. En un principio les dijeron que podría servir con unos 35.000 euros, pero al final fue necesario 84.000, que tenía que pagarse en un año. Para ello venía una persona desde la dirección, que es la que decidía qué es lo que debía tener la tienda.

En febrero de 2012 el negocio abrió en la calle Columela, en lo que había ocupado durante muchos años la Relojería Alemana y casi desde el principio se ve que el negocio no evoluciona. A los cuatro meses le cambian el modelo de facturación y poco tiempo después hacen una especie de recompra de la tienda y las franquiciadas pasan a tener 45.000 euros de deuda.

Sin embargo, las gaditanas no están de acuerdo con este sistema y comienzan a llamar a la central para que le den explicaciones porque, para empezar, no saben de dónde sale esa deuda de 45.000 euros.

La bola empieza a crecer porque los márgenes de beneficio disminuyen, los pedidos que realizan también son más pequeños y reciben presiones por ello.

A esto se le suma irregularidades en el stock: "Por la noche mirabas el ordenador y tenías 80.000 euros en productos. Al día siguiente cuando no habíamos hecho nada de caja ni habíamos pedido ni recibido nada, subía a 100.000 euros. Cuando llamábamos para decir que no había nada, encima te decían que lo que faltaba se podría deber a robos en la tienda".

Isabel Umpiérrez relata que intentaron por todos los medios que la empresa les ayudara a sacar adelante el negocio "porque considerábamos que además era bueno para la marca". Incluso intenta que se pueda renegociar el canon mensual de 4.000 euros en función del volumen de negocio. Pero la negativa era toda la respuesta que recibía y que para pagar la deuda que tenían contraída con el empresa "pidieran un crédito personal o ayuda a los familiares".

El 1 de junio de 2013 se marchan de la tienda y en agosto reciben un burofax en el que se les comunica que la deuda es de 52.300 euros, que no pueden ni siquiera cubrir con el aval. "Son unas garrapatas y te sientes una hormiga contra un gigante" pero una vez que se enteraron de la demanda, decidieron unirse a ella.

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