Cádiz

El Ayuntamiento rediseña el proyecto de la residencia de los padres paúles

  • La crisis económica y la paralización del concierto de plazas de la Junta 'congela' la construcción de este centro en la Barriada de la Paz, en un momento muy difícil para este sector

El sector de la atención a las personas mayores está atravesando un muy mal momento en la ciudad. Los proyectos que hace años se anunciaban para ampliar la oferta de plazas para residencia están sufriendo importantes reveses. Uno de ellos está liderado por el Ayuntamiento, que ha anunciado por medio de la alcaldesa que el proyecto de geriátrico en la parcela anexa a la parroquia de San Vicente de Paúl está siendo "rediseñado".

La crisis económica actual y los problemas que está causando la paralización del concierto de plazas con la Junta de Andalucía son los principales motivos que se esgrimen desde San Juan de Dios en relación a este proyecto, sobre cuyo rediseño no se dan más detalles aunque sí se reafirma la intención de construir este equipamiento. "Seguimos adelante, pero la crisis es igual para todos", indica al respecto Teófila Martínez, que añade también que desde el Ayuntamiento "vamos al ritmo que impone la Junta de Andalucía al no concertar las plazas".

Conviene recordar que este centro se va a construir sobre una superficie de 1.700 metros cuadrados, en los que se edificará hasta los 3.700 metros cuadrados y se construirá un estacionamiento subterráneo, según el convenio que en diciembre de 2011 firmó el Ayuntamiento con los padres paúles -y que incluía también el pago de 233.000 euros para mejoras en el resto de edificios de esa parcela de la congregación religiosa, con los que se iba a cubrir el patio de la parroquia, y una ayuda anual de 12.000 euros durante cinco años, además de la propiedad de ese subterráneo-.

A principios del pasado año, el Ayuntamiento aprobó el proyecto de construcción de esta residencia, que ahora está siendo retocada a la espera de que la situación cambie y se pueda iniciar la construcción de este centro, según indicó también la alcaldesa en el transcurso del último pleno municipal, en el que denunció que la Junta de Andalucía lleva cinco años sin concertar una plaza para mayores en Cádiz, mientras que 150 mayores gaditanos están residiendo fuera de la ciudad.

Esta decisión municipal se suma a la noticia del próximo cierre de la residencia Alvernia (en la calle Santiago Terry) que la pasada semana anunciaba este periódico y que confirma la más que negativa situación que vive el sector ante la no ampliación de las plazas concertadas por la Junta y la imposibilidad para una amplia mayoría de la población de costear una plaza en régimen privado. Para este mes de febrero o marzo se espera que Alvernia cierre sus puertas, pasando las 34 residentes a San Juan de Dios, al coincidir en ambos edificios la misma gestión (la de la fundación Gerón).

La pérdida de Alvernia (con 34 plazas) se sumará, por tanto, a la reciente caída de San Domingo, cuyo convento fue rehabilitado y transformado para albergar con todo lo necesario a 45 mayores y después de alrededor de tres años esperando para ponerse en marcha tuvo que cambiar su finalidad, siendo hotelero el uso que tiene desde el pasado verano.

También cerró sus puertas en el año 2009 la residencia de mayores Alameda (en la calle Vea Murguía), en este caso ante la necesidad de una serie de obras en las instalaciones para las que la finca no estaba preparada y que motivó el traslado de 35 residentes a San Fernando. Otro cierre, este de un centro de estancia diurna, se produjo en el centro que gestionaba Abrazos en la calle Antonio López.

Es decir, que tan solo contando los edificios que han dejado o van a dejar de prestar su función de atención a los mayores, la ciudad habrá perdido desde que la Junta de Andalucía paralizó el concierto de plazas más de un centenar de plazas (114, en concreto, a las que se suman de las estancia diurna del centro antes mencionado en Antonio López, que posteriormente se dedicó a una residencia universitaria).

A esto hay que sumar también los datos negativos que llegan desde otras residencias que sí están en activo. Una de ellas es San Juan de Dios, donde la Fundación Gerón sigue afirmado que a día de hoy el centro sigue sin ser viable económicamente, habiendo alcanzado apenas el 50% de ocupación después de dos años de funcionamiento. De hecho, para paliar esta cuestión es por lo que se ha decidido el traslado de las residentes de Alvernia a este edificio situado junto al Ayuntamiento.

También está costando el arranque del centro integral del mayor Micaela Aramburu, en la confluencia de Loreto y Puntales. Tras la eterna espera del concierto de plazas, el Ayuntamiento acordó una fórmula para poder abrir las puertas (renunciando a un porcentaje del canon que debe pagar la empresa Sar por la gestión del centro, a cambio de que las plazas sean más económicas) que ha originado las críticas de la oposición al entender que se privatiza el servicio que debía prestar la administración pública. En este caso, este periódico no ha podido conocer el número de plazas (de las 120 con que cuenta el edificio) que están ocupadas después de dos meses funcionando.

Las malas noticias en el sector también alcanzan a otras residencias que llevan años prestando sus servicios y que están soportando no sin dificultades la situación actual. Así, por ejemplo, la residencia que regentan las Hijas de la Caridad en la plaza de Candelaria estuvo a punto de cerrar sus puertas hace unos años, debido a los malos resultados económicos y a la falta de ayuda de la administración andaluza. Y recientemente se ha conocido también que las cofradías de la ciudad se han unido para costear algunas de las necesidades que estaban pendientes de cubrir en la residencia que atienden las hermanas de la Cruz en la calle Benjumeda. En concreto, las hermandades han aportado la cuantía necesaria para la adquisición de una lavadora industrial que se había averiado y que estaba dificultando la labor de estas religiosas.

El panorama, por tanto, es bastante negativo actualmente en el sector, precisamente en una ciudad en la que los últimos datos de población reflejan un envejecimiento radical en las dos últimas décadas (lo que deja entrever la necesidad de mayores atenciones y servicios).

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