Ciudadanía

¿Dónde está y hacia dónde debe ir el movimiento vecinal?

  • José Manuel Hesle e Hipólito García, ex presidentes de asociaciones de vecinos, aportan su visión sobre estas entidades y su situación actual

El movimiento vecinal en Cádiz ha pasado por diferentes etapas desde que se iniciara a finales de los años 60 del siglo pasado. En estos momentos tan críticos que estamos viviendo, juegan o deberían jugar un papel muy importante en la ciudad.

Hipólito García y José Manuel Hesle conocen muy bien el movimiento vecinal, no en vano el primero fundó y fue el primer presidente de la asociación de vecinos del Cerro del Moro y el segundo dirigió durante más de 15 años la de Puntales, siendo el principal artífice de la transformación y mejora de este barrio. A ellos les hemos preguntado cómo ven el movimiento vecinal actual y hacia dónde creen que debería ir.

García ha sido reacio a contestar, ya que sostiene que lleva mucho tiempo sin tener relación directa y no conoce los problemas del día a día. Lo que no duda en afirmar es que las AAVV deben tener una colaboración crítica con la administración local. "No se trata ni de hacer un seguidismo de la acción municipal ni de llevar el no por bandera. Hay cosas que pueden apoyarse y otras que hay que luchar para conseguir que se cambien, porque el movimiento vecinal tiene mucho que decir en el funcionamiento de la ciudad", opina.

Añade que las asociaciones de vecinos deberían realizar un análisis de la situación actual y ver en qué hay que trabajar para mejorarla ciudad. Para ello, "es importante que haya el máximo consenso entre las entidades para que sea un proyecto de ciudad, de toda la ciudad y no sólo de una parte, y para tener más capacidad de presión".

Hesle opina que las asociaciones de vecinos deberían sentarse todas juntas, ver lo que les une y reflexionar sobre el papel que deben llevar a cabo. Recuerda que en la ciudad, actualmente hay dos federaciones diferentes de AAVV y entidades que ni siquiera están federadas. "El momento actual del movimiento vecinal es de desunión y división. Desde mi punto de vista, lo primero que deben hacer las AAVV es sentarse todas juntas porque esa desunión es debilitamiento. Pueden tener distintos estilos pero deben mirar en la misma dirección".

El que fuera presidente de la AVV de Puntales considera que para analizar la situación actual, hay que hacer una retrospectiva y ver el papel que estas entidades han jugado en diferentes etapas. Cuenta que en los años 60 y 70 eran más reivindicativas. En el 79, tras las primeras elecciones democráticas y el salto a la política de muchos referentes del movimiento vecinal, empezó la figura de la participación ciudadana. En los años 80, tuvieron gran protagonismo en las conquistas sociales y políticas, pero sobre todo en temas de vivienda: lucharon por dignificar los barrios periféricos. Entonces, se empezó a plantear un cambio de estrategia y de la reivindicación se pasó a aprender a negociar y a controlar a los servicios públicos. En los 90, se abrió una nueva etapa con el aumento del desempleo y de la exclusión social, y la llegada de inmigrantes. Las AAVV tenían que dar respuesta a esas realidades, "se ofrecen como instrumentos para cogestionar servicios que son responsabilidad de la administración pero a los que esta no llega".

Con todo esto, Hesle indica que, actualmente, en el movimiento vecinal hay integrantes que se han incorporado en diferentes etapas "y reproducen lo que era el movimiento vecinal en el momento en el que ellos se incorporaron".

Para hacer un diagnóstico del presente, afirma que "hay que tener presente que las AAVV no son colectivos estáticos, sino que se van adaptando a las nuevas circunstancias. Ahora tienen que adaptarse a la situación actual sin perder la naturaleza propia de estos colectivos. No deben perder el carácter reivindicativo, de control institucional, de negociación y el compromiso de gestión de lo público para mejorar las condiciones de los ciudadanos. Las AAVV tiene que cooperar con la administración pública local al mismo tiempo que la controlan y reivindican".

Pero piensa que "no todos los colectivos actuales están en esta sintonía". Señala que algunos son simples lugares de recreo o para el ocio "e incluso el aislamiento e insensibilización social. Y eso no tiene que ver con las AAVV". Critica que otras desarrollan actividades mercantiles, haciendo competencia desleal al comercio de la zona y desnaturalizando su cometido. También llama la atención sobre la manera de ayudar a las familias necesitadas. Reconoce que se hace con buena intención pero "se pueden compensar las carencias sin que el otro pierda la dignidad", afirma haciendo referencia a las colas de personas que se forman para recoger alimentos.

Propone que estas entidades deben tener un papel mediador, poniendo en contacto a unos vecinos con otros y haciendo una cadena de solidaridad invisible, "de forma silenciosa y callada". Es lo que llama "dinámica de intervención comunitaria". Para eso, "hay que tratar de sentar en una mesa a los distintos colectivos de un barrio y juntos diagnosticar los problemas, determinar estrategias para darles respuesta todos juntos, y no uno más que otro. Las AAVV tienen que ser dinamizadoras y no capitanas, y tienen que aprender a trabajar en red con otros colectivos".

Hesle cree que junto a la crisis social y económica que estamos viviendo, "tenemos una crisis democrática. Hay una situación de rechazo de todas las instituciones con sus representantes al frente. Y tenemos que empezar a diseñar juntos nuevas instituciones que den respuesta a la situación actual". Propone que en las AVV deberían crearse escuelas de democracia, enseñando a los niños que los problemas se resuelven dialogando y no descalificando.

Este exdirigente vecinal declara que actualmente hay muchos ciudadanos que no entienden las AAVV. Quizás porque no están dando una respuesta adecuada a la situación actual de desempleo, desahucios y el resurgimiento de la economía sumergida, entre otras cosas. "Si fuera así, la gente estaría con ellas. Hay que empezar a dar lo que los gaditanos esperan, que es apoyo y asesoramiento en materia de empleo, desahucio, exclusión social, maltrato, tramitación de ayudas de emergencia social..., pero sin perder la dignidad".

Otro problema que detecta en el movimiento vecinal es "el índice de politización. Se están dejando embaucar por instituciones y partidos, y eso es serio, porque los ciudadanos lo perciben y no les apetece ir a esos colectivos". Sostiene que "una característica que tienen que tener los movimientos ciudadanos es la pluralidad. No deben ser apolíticos sino plurales. Ahí deben estar todos los sentires y el presidente debe favorecer que todas las opiniones sean escuchadas sin ser descalificadas por nadie, porque todas son necesarias. Eso se ha perdido en muchos colectivos".

Piensa que la única manera de aliviar la situación actual "es ir todas juntas, y para eso tienen que sentarse y plantearse de dónde venimos, quiénes somos, qué carácter deberíamos tener de acuerdo con nuestra trayectoria y hacia donde vamos: a dar respuesta a las necesidades de nuestra ciudad, de los vecinos en cada uno de los barrios, y para eso generar dinámicas de participación comunitaria. No son cosas inalcanzables, y menos en una ciudad como la nuestra". En este punto, hace referencia al papel del Ayuntamiento, que considera que debería favorecer el encuentro entre los vecinos "para tener en ellos un instrumento de cogestión de la ciudad. Debe tener claro que la ciudad no se puede gobernar piramidalmente sin más. Los vecinos deben participar activamente para que se sientan a gusto, porque si la gente se siente a gusto, la ciudad funciona. Si no, no".

Concluye diciendo que las AAVV no deben olvidar que su fin es "mejorar las condiciones de vida de los vecinos de una zona de la ciudad. Si no, haremos cualquier otra cosa pero no será un movimiento vecinal".

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