informe solidaridad · Voluntariado

Miembros de la red invisible

  • La labor de los voluntarios se demuestra especialmente imprescindible en escenarios de desmantelamiento y crisis social Ser joven y ser mujer constituyen dos de las principales características del voluntariado gaditano

Hobbes acertó bastante cuando dijo aquello de que el hombre es un lobo para el hombre. Pero, curiosamente, la frase puede ser cierta en un sentido muy distinto al que el filósofo pretendía: como el lobo, el hombre tiene un fuerte sentimiento grupal. Algún instinto -más allá del altruismo- nos dice que nuestra supervivencia depende, en gran parte, de los demás. Que sin los otros, no seríamos nada - "Fíjate en los niños salvajes que se han encontrado: sin contacto con otros humanos, apenas eran capaces de andar ni de balbucear", recuerda la socióloga de la UCA Gema González-. Históricamente, hemos apartado a quien considerábamos peligroso, desviado o nocivo para la tribu -guettos, lazaretos, deportaciones...-. Para los antiguos griegos, el mayor castigo era precisamente la expulsión, la condena a errar. Dentellada y páramo.

Sin red, caemos. Por eso, en tiempos como estos se subraya de manera especial el papel que juegan los voluntarios, que se descubren como piezas esenciales no sólo por hallarnos inmersos en un periodo de carestía, sino por encontrarnos en un escenario de progresivo desmantelamiento social. Las necesidades se van intentando cubrir como en trasvase. En Cádiz ciudad, según datos de la Oficina Municipal de Voluntariado Social, el número de personas voluntarias gestionadas durante 2012 fueron 927 (110 más que en 2011). Una cifra que ha ido en aumento en los últimos años (en 2010, fueron 735 los voluntarios que pasaron por el Ayuntamiento; en 2009, 615 y 450 en 2008).

La continuada tendencia al alza la confirma la Plataforma Andaluza del Voluntariado (PAV): dentro de este marco de crisis, los niveles de voluntariado en la región han ido creciendo a un ritmo del 20% anual. "De hecho, el crecimiento es tal -afirma la plataforma- que muchas entidades no están siendo capaces de gestionar ese aumento de voluntarios".

El voluntariado puede constituir uno de los milagrosos factores que contribuyen a que, con un porcentaje de paro que le hace guiños al de la franja de Gaza, las calles no estén reventadas. La economía sumergida encabeza la primera explicación empírica del milagro. La sigue la fuerte tradición local de vínculo familiar. Y - sin olvidar el añejo espíritu de desidia- el tejido solidario podría contar también como uno de esos factores. Después de Sevilla, Cádiz es la provincia con mayor número de entidades adscritas en la Dirección General de Derechos de Ciudadanía, Participación y Voluntariado de la Junta -423 asociaciones-. Y es, asimismo, la que cuenta con un mayor número de voluntarios -66.953-.

En total, sólo desde esta entidad, se repartieron 76.259 euros entre 22 asociaciones gaditanas durante el tramo 2011-2012, mientras que en este último ejercicio se distribuirán 47.196 entre 26 agrupaciones.

La subvención oficial sigue siendo, a día de hoy, la principal fuerte de financiación para asociaciones y ONGs: dato que probablemente vaya girando hacia un mayor peso de las aportaciones privadas ante la anorexia general en los presupuestos.

El voluntario gaditano es, más bien, voluntaria: el 70,8% de los mismos en la provincia pertenecen al género femenino -cifra que, según el registro de la Oficina Municipal de Voluntariado del Ayuntamiento gaditano, alcanza el 80%-. Señala la PAV que, en Cádiz, el porcentaje de mujeres voluntarias es el más alto de la región. "En este caso -comentan desde la plataforma-, el perfil es mujer de mediana edad que se dedica a las tareas del hogar. Esto se explica por la proliferación en la provincia de entidades dedicadas a la prevención de la drogodependencia, siendo las madres quienes, a priori, más se involucran en estos movimientos".

A nivel andaluz, el género mayoritario siguen siendo las mujeres (63,2 frente a 36,8%). De hecho, el perfil de persona voluntaria en Andalucía es de mujer, entre 18 y 25 años y mayor de 55 años, con estudios medios, siendo estudiantes y jubilados los que, de forma genérica, más se acercan al voluntariado.

Como dato inevitable, destaca que entre los nuevos perfiles haya aparecido el de parado de larga duración, "que necesita sentirse activo y ve en el voluntariado una opción de participación", señalan en la PAV.

Por campos de actividad, son las cuestiones relacionadas con la discapacidad, la infancia, educación y familia o mujer las que despiertan un mayor número de afinidades. De manera genérica, las razones de justicia y solidaridad social (30,99%) y la autoafirmación personal (17,07%) destacan como las principales motivaciones, mientras que en un tercer lugar aparece el interés profesional (17,07%).

Sobresale, también, el gran porcentaje de jóvenes que se dedican a temas de voluntariado social. La franja de 18 a 25 años copa un 60% de solicitudes en la Oficina Municipal de Voluntariado, mientras que, según datos de la Plataforma Andaluza, los jóvenes comparten pódium con los mayores de 55 años: 23,9 y 23,8 por ciento cada uno.

Miguel María Rodríguez, sociólogo y uno de los responsables de Acción Social de la UCA -plataforma que surgió con el espíritu de proporcionar a los jóvenes las herramientas necesarias para ejercer como ciudadanos comprometidos- apunta que el 79% de los que formaban parte del Plan de Voluntariado de este año ha "continuado con su relación y compromiso con las entidades sociales una vez terminado el curso". El total, la red de voluntariado de 2012/2013 estaba compuesta por 120 estudiantes que participaron en 107 proyectos sociales en 44 colectivos de la provincia.

"El voluntariado -comenta- es adictivo, ya que somos conscientes que nuestra acción obtiene los resultados transformadores que esperamos de ella. No hay nada más adictivo que el cambiar la realidad y transformar el mundo en un lugar mejor, más justo, democrático y solidario".

Como forma de altruismo, reflexiona Rodríguez, el voluntariado es "una manera de participación que posibilita la cohesión". Pero para que esto sea así, hay que implicar tres infinitivos: querer, saber y poder. Sólo con buena voluntad no se va a ninguna parte: "Por eso -prosigue- hay que conocer las herramientas y metodologías y hay que disponer de entidades, espacios, colectivos sociales... que posibiliten la participación real. El altruismo, el compromiso social y la acción voluntaria deben construirse, deben educarse, y deberían ser un objetivo principal y fundamental de las instituciones".

Rodríguez señala, además, que en tiempos de crisis, "incluso en nuestra cultura, aumenta la solidaridad con las personas más cercanas, así como la acción humanitaria ante campañas de respuesta a situaciones de primera necesidad: llamamientos de entidades como el Banco de Alimentos, Cáritas, Cruz Roja, etc. Pero la acción voluntaria colectiva y continuada, decrece genéricamente en la mayoría de las entidades sociales -advierte-, porque las personas disponemos de menos tiempo y recursos; y porque las entidades, al disponer de menos recursos, realizan menos actividades.

Para la socióloga de la UCA Gema González, a pesar del mensaje que parecen empeñarse en transmitir los medios, "conglomerados económicos al fin y al cabo", la "realidad es que las investigaciones en el campo de las ciencias sociales, indican que somos homo socialis más que homo economicus", comenta.

"Necesitamos de los demás mucho más de lo que se nos hace creer (la mortalidad y morbilidad de quienes viven solos es mayor; cada vez que una gata lame a sus gatitos, a éstos se les desarrollan nuevas sinapsis cerebrales...) -prosigue la socióloga-. Y ayudar es un privilegio, no todo el mundo puede conseguir resolver problemas a otras personas con lo que la satisfacción que eso proporciona puede llegar a ser una droga".

Para González, en el momento en que consiguen que todos "dependamos de un empleo para no sentirnos unos fracasados y estar excluidos de lo que se considera el nivel de vida mínimo, empiezan nuestras ataduras". Entre otras cosas, porque un producto hecho en Extremo Oriente en condiciones de semiesclavitud compite en igualdad de condiciones con productos de aquí, y "arruinamos las empresas propias, se extiende el paro... Ante este panorama, es más rentable jugar al casino que invertir en la economía real, creando empleo -continúa la experta-. Es una minoría muy poderosa que actúa insolidariamente, a favor de sus intereses en vez de los de la sociedad, desmantelando el estado de bienestar para terminar de doblegar a la gente. Pero la sociedad, a diario, da pruebas de que tiene sentimientos a pesar de semejante contexto desmoralizador".

Tal vez quede el consuelo de pensar que seguimos la Ley de la Selva, sí, pero la auténtica, la que contó Kipling. Y que algo nos dice que la fuerza del lobo es la manada. Y la fuerza de la manada es el lobo.

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