Guillermo domínguez leonsegui. deán de la catedral

"Se está mejor sin ser vicario"

  • Agradece a Zornoza su salida de la Vicaría General, mostrándose satisfecho por haberlo dado todo en los últimos ocho años

Hace apenas diez días le fue comunicado que no seguiría al frente de la Vicaría General, donde ha permanecido los últimos ocho años. Fue el hombre fuerte del final del tiempo de Antonio Ceballos y el hombre fuerte tras la llegada de Rafael Zornoza. Ha sido una de las personas más relevantes en el devenir de la Iglesia gaditana en los últimos años. Y ahora, Guillermo Domínguez Leonsegui hace balance del pasado y habla de sus previsiones del presente y el futuro.

-¿Cómo está una vez liberado de la Vicaría General?

-Muy tranquilo. Con la satisfacción de haber cumplido la tarea lo mejor que he sabido. Y también mucho más relajado, por supuesto.

-¿El final de su etapa como vicario era algo esperado o le ha pillado por sorpresa?

-Lo normal con un cambio de obispo es que el que llegue forme un nuevo equipo. Aquí ha ocurrido lo que se esperaba, pero Don Rafael lo ha hecho gradualmente. Primero el vicario de Pastoral, luego el vicario de Ceuta y ahora yo. Era lo normal, para configurar el equipo de su confianza.

-Dijo usted en su despedida que habían sido años "duros e intensos". ¿Cuál es su balance?

-Han sido años muy intensos porque tocó poner en funcionamiento los acuerdos del Sínodo Diocesano. Aunque Pastoral la llevaba Fructuoso Antolín, hubo que redactar numerosos documentos canónicos, directorios y demás escritos que eran de la Vicaría General. Después también desde el punto de vista institucional nos tocó el Bicentenario, donde hemos procurado estar a la altura de las circunstancias dejando a la Iglesia en el mejor lugar posible, y yo creo que se consiguió. Aunque lo del Doce ha sido un año, fueron largos los preparativos. Y junto con ello, está también la recuperación del patrimonio cultural de la Iglesia, donde lo más significativo es el Oratorio, que a la vista está el éxito de la gestión a pesar de que tuvo detractores incluso dentro de la Iglesia. El Patrimonio depende directamente de la Vicaría General, y en este sentido también ha sido un trabajo duro: la Santa Cueva, Santa Cruz, varias parroquias de la diócesis, San José... En este terreno también ha habido muchísimas negociaciones con administraciones públicas.

-Ha sido un período no exento de tensiones, como la sufrida con el Ayuntamiento de Cádiz a raíz del acuerdo con la Junta para rehabilitar el Oratorio.

-Hubo dificultades a nivel institucional; y también por parte de fieles y sacerdotes que yo creo que no entendieron cuál era el proyecto y por eso reaccionaron así. Pero, como decía antes, me remito al resultado. Y se acertó.

-San Juan de Dios también ha sido un duro episodio...

-Eso fue una operación de gran envergadura. Acudimos a la llamada de socorro de la hermandad de la Santa Caridad. Podíamos haber escurrido el problema, haber mirado para otro lado, pero Ceballos por su enorme sensibilidad con aquello y con los trabajadores que allí había dijo que no se podía dejar a su suerte y nos hicimos cargo. Luego es cierto que se complicaron las cosas mucho más de lo que se esperaba en principio. Pero le digo igual que con el Oratorio: ahí está el edificio totalmente recuperado y la función social que presta, a pesar de las dificultades latentes aún.

-¿Fue difícil llevar al mismo tiempo la Vicaría General y la parroquia de Santa Cruz, además de otras responsabilidades algo más secundarias?

-Cuando me nombró vicario general, Ceballos me sugirió dejar la parroquia de Santa Cruz, pero yo entonces le pedí que me dejara intentarlo. La parroquia es lo que de verdad da vida a un sacerdote; sería muy triste ordenarse para quedarse en un despacho. Así que yo lo intenté, pero a los dos años vi que la parroquia se estaba resintiendo por el tiempo que me quitaba la Vicaría General y lo tuve que dejar.

-¿Y ahora que se ha liberado de esas grandes responsabilidades qué piensa hacer?

-Quiero dedicarme más a la Catedral, que creo que lo merece. No tenerlo como segunda responsabilidad sino como algo prioritario a partir de ahora. Procurar que sea una iglesia viva y abierta a toda la diócesis, donde además el culto y la cultura se den la mano. Después, habrá alguna encomienda de tipo parroquial.

-Digerido ya el cambio de responsabilidades y con la sinceridad que se le permita. ¿Cómo ha llevado su cese como vicario a nivel personal?

-Estoy realmente agradecido a Don Rafael que me haya liberado. Creo que he cumplido lo mejor posible. Pero se está mejor sin ser vicario. En esa posición te conviertes en el parachoques de muchos problemas, en el intermediador entre el obispo y todo lo demás: sacerdotes, parroquias, grupos, cofradías... No se pasa muy bien, en muchas ocasiones.

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