La Compañía de Jesús ha estado históricamente muy ligada a El Puerto. En esta ciudad la presencia de los Jesuitas se remonta a varios siglos atrás. En ella fundaron los Jesuitas a mediados del siglo XIX el colegio de San Luis Gonzaga, junto a la iglesia del antiguo convento de San Francisco. En otra página de la historia, la ciudad portuense fue uno de los lugares de embarque para el exilio ignaciano, cuando los religiosos de la Compañía fueron expulsados de España por Carlos III, tras la promulgación de la Pragmática Sanción. Aquellos tiempos quedaron superados y en la actualidad los jesuitas están establecidos y perfectamente integrados en la ciudad, donde se encuentra la Casa de Ejercicios Espirituales La Inmaculada, así como la Comunidad, en la que residen de forma permanente siete padres de la Compañía.
Los Jesuitas de El Puerto pasaron la jornada del miércoles dedicados a sus actividades habituales. Nada hacía suponer que a las siete de la tarde, la historia daría un giro para la Compañía. A esa hora saltó la noticia; el nuevo Papa pertenecía a la Compañía de Jesús.
Desde ese momento hasta bien entrada la noche, el teléfono no paró de sonar en la residencia de los jesuitas, rompiéndose el silencio que suele reinar entre los muros del edificio de San Luis Gonzaga, donde vive la Comunidad: "No han parado de llamar los amigos, incluso muchos que hacía años que no llamaban. Estoy borracho de hablar durante más de una hora y media. Personalmente, estoy supercontento. Esto ha sido una sorpresa para nosotros: el nuevo Papa es argentino y antes América Latina era el sitio por el que tenían que pasar los miembros de la Compañía". Quien así se expresaba es el padre Manuel Doreste, ya jubilado, nacido en Las Palmas de Gran Canaria, quien vivió el acontecimiento de la designación papal "con sorpresa y confianza".
El que fuera promotor en El Puerto de la escuela de padres, no cesó de atender el teléfono, hasta el punto de quedar exhausta su voz, al igual que el superior de la Compañía de Jesús en Cádiz, Fernando Marrero, quien confirmó a este diario que la Comunidad había sido un hervidero de felicitaciones por la designación del nuevo Papa, un acontecimiento que les había pillado "un poco por sorpresa, como a la mayoría de la gente". Fernando Marrero acababa de llegar a la Comunidad tras impartir una charla como un día más del calendario, inmerso en sus actividades habituales. Valoró no obstante el hecho de que el nuevo Papa Francisco I haya aceptado el nombramiento, y se mostró convencido de la intervención del Espíritu Santo en el proceso de designación. "Ha sido la voluntad de Dios -sentenció-. El Espíritu Santo está por encima de todos los seres humanos". En ese momento todavía no sabían nada de Roma ni de la Compañía, aunque poco después recibió la llamada del obispo de la diócesis de Cádiz. Respecto a su impresión sobre el nuevo Pontífice, el superior jesuita manifestó que era buena: "Me ha parecido un hombre devoto y sencillo, sin aspavientos". Los primeros gestos al mundo por parte del Pontífice los calificó "de una sencillez enorme; al principio respetuoso, oyendo el himno del Vaticano, como el que está en una ceremonia íntima".
Dentro de la sorpresa que ha sido para los Jesuitas de El Puerto el acontecimiento, Fernando Marrero manifestó que estaban contentos: "Se pensaba que iba a ser más joven el elegido, pero Dios tiene su camino y la Iglesia va perfeccionándose poco a poco", concluyó el superior de la Compañía.
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