La evidente riqueza del Archivo Municipal de Cádiz no va pareja a la propia historia de la ciudad. Hay un antes y un después a partir de julio de 1596 cuando el ataque y posterior ocupación de la ciudad por parte de una flota angloholandesa provocó el expolio o la eliminación de toda la documentación que hasta ese momento se guardaba en la milenaria población.

Este expolio, desgraciadamente, se ha mantenido en fechas posteriores, algunas muy recientes, y protagonizado por las propias autoridades españolas. Pasó cuando hace dos siglos se llevaron a Sevilla los fondos de la Casa de la Contratación y, décadas más tarde, los archivos del Consulado. Más recientemente, el cierre del Gobierno Militar provocó la forzada mudanza, una parte a Madrid y otra a Sevilla, de su rico archivo con documentos únicos sobre las fortificaciones de la ciudad.

Más allá de estos tesoros documentales, el Archivo Municipal sí guarda ejemplos de la evolución de nuestra historia desde el siglo XVI: cartas de los Reyes en el periodo comprendido entre 1597 y 1820, bulas eclesiásticas desde 1762, la documentación de la Junta Municipal de Guerra desde 1801, o las elecciones municipales desde 1774.

El Archivo guarda también documentación gráfica y literaria sobre las fiestas de la ciudad, especialmente el Carnaval y la Velada de los Ángeles, incluyendo la rica cartelería de la época, así como la evolución de determinados proyectos urbanísticos: la expansión de la ciudad por extramuros, el derribo de las murallas, los distintos proyectos de cementerio, el aeropuerto gaditano, los hoteles Playa (que fue durante años de propiedad municipal) y Atlántico o el estadio Carranza.

Los últimos tesoros documentales se centran en el legado del general Varela (con 10.000 fotos y 100.000 folios ya digitalizados), el de Antonio Accame o el peculiar de María Dolores Juliá Mena, con patrones y diseños para bordados de la primera mitad del siglo XX.