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Andalucía

'Universo' Griñán

  • El PSOE encara el congreso de la salida de Chaves con el objetivo de fortalecerse, aunque corre el riesgo de ventear aún más las divisiones que han sentenciado la bicefalia.

José Antonio Griñán ha ganado. Ahora podrá efectuar todos los cambios que ha demandado con insistencia a su partido, y ahora que ha ganado también deberá decidir si hay vencedores y vencidos. El PSOE andaluz celebrará el próximo 12 y 13 de marzo en Sevilla el congreso donde Manuel Chaves entregará el mando del partido al presidente de la Junta, José Antonio Griñán, un congreso que los socialistas quieren aprovechar para reforzar su formación de cara a unas elecciones municipales y autonómicas que se le presentan adversas. Pero el cónclave entraña un riesgo, que sirva de pantalla de proyección de la división interna que ha vivido este partido entre los partidarios de acelerar la entrega del poder a Griñán y aquellos que preferían prolongar el mandato de Chaves hasta el año 2011 o 2012.

Hay un aserto que mantiene que en los congresos del PSOE -más democráticos que los del PP- se sabe cómo se entra, pero nunca cómo se sale. En cierto modo, se trata de saltar de un escalón a otro sin saber muy bien qué ocurrirá en el entreacto. Todos los miembros de la dirección socialista consultados por este medio aseguran que están trabajando para un congreso con cambios, pero sin sobresaltos, aunque no es menos cierto que el PSOE llega al cónclave después de semanas de cruzarse tantas declaraciones que han provocado el hartazgo de Manuel Chaves, quien después de 16 años de secretaría general ha preferido ceder el mando antes que seguir viendo cómo se iba deteriorando la situación. La bicefalia no ha funcionado.

Después de pasar dos malas semanas protagonizadas por la resaca de una encuesta adversa, los secretarios provinciales del PSOE se reunieron este lunes en una casa restaurante muy cercana a la sede sevillana de San Vicente. Estuvieron, además, José Antonio Griñán; la presidenta del PSOE, Petronila Guerrero; el vicesecretario, Luis Pizarro, y el de Organización, Rafael Velasco. Manuel Chaves se encontraba en Canarias en una visita como vicepresidente del Gobierno y Gaspar Zarrías, secretario de Jaén, envió a Francisco Reyes. Todos habían sido convocados hacía cinco días para analizar, entre otros asuntos, la última encuesta del IESA, que les otorgaba un empate técnico con el PP, pero al final se les confirmó algo que ya sabían: el congreso se iba a adelantar lo antes posible, al mes de marzo. Lo que antes quedaba pospuesto sine die por la crisis económica, caía ahora por su propio peso. Los "dimes y diretes" (el término utilizado por Manuel Chaves para referirse a las interferencias dentro del partido) no habían cesado prácticamente desde el verano.

"La encuesta del IESA no ha sido el motivo del adelanto del congreso, ni lo de Quico Toscano con la FAMP, quien diga eso es que no conoce de verdad a este partido, el problema es que la situación ya no se podía aguantar más, mandando mensajes entrecomillados entre unos y otros a través de los medios", explicó uno de los asistentes a este diario.

Según esta versión, Manuel Chaves, que había decidido aparecer lo menos posible por Andalucía para no interferir en la proyección pública de Griñán, se cansó del debate. Una persona cercana a él ha confirmado su hartazgo con la situación. El caso es que si el pasado mes de noviembre sólo el secretario general de Jaén, Gaspar Zarrías, apostó por el adelanto del congreso, el lunes pasado todos respaldaban el adelanto.

El sábado anterior, José Antonio Griñán había ido a Málaga a reunirse con el comité director del PSOE en esa provincia, y allí defendió la necesidad de un cambio. "Los andaluces -dijo- quieren que haya un cambio, que lo tenemos que hacer los socialistas". Y apuntó: "Quiero un partido que trabaje a todas horas de todos los días de todas las semanas de todos los años (...), que no se acomode". Habló de cambios a todos los niveles. En realidad, sus palabras no eran muy distintas de las que pronunció en la presentación de la Fundación Alfonso Perales en septiembre, cuando alentó a su partido para "no hibernar entre elección y elección". Pero el caso es que esa reunión de Málaga fue la "gota final" que convenció a los reticentes de que era necesario acabar cuanto antes con la duplicidad.

Griñán formará ahora su equipo en el PSOE, pero habrá que esperar a saber si opta por una Ejecutiva donde primen quienes han apoyado el adelanto u optará, como Chaves, por tratar de contentar a todos. Ahí existe un riesgo que se quiere conjurar. Quizás por ello, el vicesecretario general del PSOE, Luis Pizarro, se adelantó el miércoles pasado al afirmar que el próximo secretario general y su Ejecutiva saldrían elegidos "por unanimidad". Pizarro, que posiblemente dejará de ser vicesecretario general del PSOE, le ha advertido a los suyos que él no va a ser un problema para que Griñán adopte las decisiones que desee. "Mi cargo dependerá de lo que diga el secretario general", afirmó el jueves pasado en Córdoba. Pizarro siempre ha mantenido que su destino en el partido iría ligado al futuro de Manuel Chaves, pero quienes, como él, apostaron por aplazar el congreso temen que ahora sean laminados.

Porque la crisis de la bicefalia sí ha puesto de manifiesto una división, un alineamiento entre quienes querían que Chaves se mantuviera como secretario general y los críticos que deseaban adelantar el congreso para elevar a Griñán al primer puesto. Paradójicamente, los que optaban por la continuidad de Chaves en el partido fueron quienes apoyaron a José Antonio Griñán como presidente de la Junta frente a Mar Moreno, candidata de la ejecutiva federal. Ahí estaban Pizarro, los consejeros Martín Soler y Antonio Fernández y la mayoría de los secretarios provinciales, en especial Viera (Sevilla), González Cabaña (Cádiz), Mario Jiménez (Huelva) y Diego Asensio (Almería). Por el adelanto del congreso, sin embargo, han estado los que apoyaron a Mar Moreno, caso de Gaspar Zarrías y una serie de críticos en las provincias de Málaga, Cádiz y, en especial, Sevilla, donde la actual dirección se impuso hace unos años a los hombres de José Caballos y, después, a los agrupados en torno al Ayuntamiento hispalense y a Alfredo Sánchez Monteseirín.

La tesis que han venido manteniendo algunos de estos críticos (a pesar del adjetivo, muchos han formado o forman parte de la ortodoxia), y que han ido haciendo llegar a quienes quisieran oírlo, es posible que también al presidente, es que José Antonio Griñán iba a ser sólo un presidente de transición, y que había un tapado, mucho más joven que él, preparado para sustituirlo en la legislatura de 2012 a 2016 e, incluso, en las mismas elecciones, y que de ahí venía el interés de retrasar el congreso socialista. El caso que Griñán haya hecho a quienes han azuzado estos temores es una incógnita.

Con estos antecedentes, se da por seguro que Griñán introducirá las modificaciones en la Ejecutiva que crea necesaria para cambiar el modo de actuar del partido. Su relación con el secretario de Organización, Rafael Velasco, es muy buena desde que ambos coincidieron en el Congreso. Velasco ha jugado el difícil papel de conciliar posturas, y es más que posible que siga en San Vicente. Un hombre a tener en cuenta en la nueva estructura es Luis Nieto, un sevillano que fue secretario general técnico de la Consejería de Economía y ahora trabaja en el PSOE. Algunas fuentes ven posible que Amparo Rubiales sea la nueva presidenta del partido; otros creen que sería el destino de Luis Pizarro para compensar su salida de la vicesecretaría. Mar Moreno siempre sale en todas las conversaciones, aunque la jiennese está al frente de una de las consejerías que Griñán considera "de Estado", la de Educación , y sobre la que desea pivotar su legislatura.

Una de las personas cercanas a Griñán mantiene que "deberá fortalecer lo que alguien ha llamado la teoría de las tres torres, el Gobierno, el partido y el Parlamento". Hace tiempo que los socialistas se plantean un cambio en la portavocía de la Cámara, alguien que pueda hacer frente a Javier Arenas con más locuacidad y malicia que Manuel Gracia, actual portavoz. Y lo que todos los consultados dan por seguro es que Griñán también introducirá cambios en el Ejecutivo andaluz y aprovechará para reducir el número de consejerías.

Antes de Semana Santa, Griñán habrá concluido el cambio que comenzó hace justo un año con la salida de Chaves de la Junta, y ahora será el dueño, a sus 63 años, de decidir cuándo y cómo abordará su propia transición.

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