Andalucía

El milagro australiano

  • Navantia se reinventa con capacidad y tecnología en su camino a la modernización Los astilleros aspiran en Australia al contrato más ambicioso de su historia

La imagen que tienen algunos gaditanos de sus astilleros, por lo general ligada a la de una industria subsidiada y atrasada que cotiza a la baja, guarda más relación con el desconocimiento y su capacidad para negarse a sí mismos que con la realidad. Prueba de ello es el camino exitoso orientado hacia la modernización y la internalización que emprendió Navantia hace una década y que ahora empieza a recoger sus mejores frutos en mercados tan atractivos como el australiano, después de haber conquistado una veintena de países como Noruega y Venezuela, entre otros, y a falta tan solo de la firma para exportar, por ejemplo, también a otros como Arabia. Hace tan sólo unos años nadie diría que desde los astilleros españoles se podría generar tanto conocimiento y capacidad o que otros países pagarían por conocer su forma de trabajar tan polivelante y polifuncional. Esto es hoy una realidad: Navantia ya no se dedica a importar diseño, ahora lo exporta.

Su filial en Australia, aprobada en 2012 por el consejo de ministros, ha pasado de vender los planos de los buques a disputar en toda regla el contrato más ambicioso de toda su historia con el que los australianos quieren consolidar su propia industria naval. En concreto, la filial de los astilleros españoles, tras superar el último corte, ha sido seleccionada junto a la italiana Fincantieri y la británica Bae Systems como potenciales diseñadores de 9 fragatas antisubmarinas cuyo presupuesto ronda los 21.400 millones de euros. La selección se conocerá a finales del año próximo y en palabras del director de Navantia Australia, Francisco Barón, "contamos con muchas posibilidades, en concreto un 33% sumado a la ventaja que nos ofrece trabajar en estos momentos de la mano con ellos".

Hasta hoy, los astilleros españoles han suministrado el diseño y la construcción -excepto la superestructura- de dos megabuques anfibios para transporte de material y tropas, gemelos del portaaviones Juan Carlos I de la Armada Española. Ambos ya han sido entregados y los australianos están encantados. La Marina Australiana, como indica el oficial Philipp Hiatt ante la prensa invitada a conocer in situ los pasos seguidos por Navantia en Australia, persigue con estos megabuques integrar "las distintas capacidades anfibias" de sus Fuerzas Armadas. Y para esto último ha sido determinante el diseño y la construcción de las doce lanchas de desembarco -120 millones de euros- en San Fernando, que se entregaron antes de plazo, para el transporte de tanques y otros vehículos con los marines listos para ir en cabeza de playa.

Pero la credibilidad de Navantia se ha consolidado tanto por la ejecución satisfactoria de sus programas como por la consecución de nuevos contratos, que han supuesto una importante carga de trabajo en España y en Australia así como la consagración del astillero español como el diseñador de referencia de los buques del país de las Antípodas. Aquí cabe anotar los contratos para la construcción en Ferrol -a partir de junio de 2017- de dos buques logísticos similares al Cantabria, que salió de Puerto Real, y el contrato para gestionar en la actualidad la construcción en Adelaida de tres destructores AWD inspirados en la fragata F100. Los buques logísticos tendrán capacidad para aprovisionar en alta mar hasta cuatro barcos con combustible, comida, agua y munición, y están asociados a un contrato de mantenimiento. En total, esto supondrá unos 3 millones de horas y 4 años de trabajo asegurados en Ferrol. Y de los tres destructores que cobran vida hoy en los astilleros australianos, el primero de ellos ya está casi listo, el segundo se encuentra en fase avanzada y el tercero marcha a buen ritmo.

Por su volumen y por su dimensión tecnológica, el director de Navantia señala a bordo del portaaeronaves el paso tan importante para los astilleros españoles que supone el megabuque que es hoy el baluarte de la Armada Australiana: "En nuestro proyecto de internacionalización, el Camberra ha sido vital al demostrar nuestra capacidad para satisfacer a un cliente tan importante como Australia". Navantia confía igualmente en participar en el mantenimiento de estos grandes buques y en el de las fragatas prestando servicios de ingeniería y asistencia técnica, un negocio paralelo igualmente relevante porque es estable en el tiempo y mantiene a los astilleros españoles conectados con el cliente, lo que da estabilidad y la visibilidad tan necesarias para acceder a futuros contratos. A la vez, Navantia suministra desde San Fernando y Cartagena los sistemas de control de las plataformas de los buques australianos, lo que se viene a conocer como el cerebro de los buques (Sistemas-IPMS).

Vídeo: David Fernández

El modelo de negocio ha cambiado tanto que en la actualidad la venta de ingeniería es más rentable que la propia construcción de algunos barcos, que en más de una ocasión generan pérdidas. De hecho, exportando construcción únicamente "sería muy difícil competir en el mercado", como vienen a comentar los navantieros gaditanos Juan de la Cueva, Nicolás Sibello, Fernando de Ory y José Luis Montes. Toca ofrecer, principalmente, otros servicios para sobrevivir porque el modelo de construcción tradicional hoy no tendría nada que hacer con franceses, británicos y, entre otros muchos, los alemanes, que se dedican al mismo negocio que Navantia. Alguien podría pensar que al exportar talento y tecnología, Navantia lograría obtener en el mejor de los casos unos beneficios más bien pírricos, pero los propios ingenieros gaditanos se apresuran a precisar que "la información que se genera y se aporta se regula con cláusulas de propiedad intelectual". En este contexto, el acuerdo con la Armada Australiana recoge que se compartirá toda la tecnología nueva generada, en gran parte parida por cierto a caballo entre los astilleros de San Fernando y Cartagena. El valor de lo que se ofrece es tan alto que lo primero que se establecen son cláusulas de seguridad contra el espionaje industrial. Los franceses por ejemplo perdieron un contrato para construir submarinos por culpa de las filtraciones.

En el proyecto de los tres destructores o fragatas pesadas que se construyen en los astilleros de Adelaida, Navantia desarrolla su diseño basado en la F-100 de la Armada Española: "Exportamos la fórmula bajo la que construimos y apoyamos al astillero australiano para interpretar nuestra documentación", expone el ingeniero naval ferrolano Jorge Filgueira, para añadir: "También suministramos motores principales, reductores, grupos generadores y sistemas integrados de control de las plataformas, todo ello fabricado en España". Estos buques escolta dan apoyo a otras embarcaciones como los portaaeronaves a fin de que sean indetectables por medio de sensores y armas con las que atacan y se defienden. De casi todo ello se da detalle porque al contrario que en otros países como España, los australianos no tienen reparos a la hora de exhibir su potencial armamentístico.

El papel de los destructores es fundamental porque de hecho los megabuques anfibios no tienen gran capacidad de defensa propia. Y aunque los tres se construyen en Australia, el objetivo por el que se contrató a Navantia es para "cumplir los plazos y garantizar el control de los costes", de ahí que los ingenieros y los técnicos españoles se ocupen de la dirección y la gestión del proyecto. El primer paso ha sido integrar los equipos humanos, que pese a lo que se pudiera pensar a priori "fue como la seda", en opinión de todos. Y el segundo paso consiste en transferir el conocimiento. Por último, la Armada Australiana, en palabras de Filgueira, persigue "la transferencia de posiciones en el organigrama para futuros proyectos". "Ellos están deseando aprender para impulsar su propia industria y nosotros ver los barcos en el agua, por lo que todos ganamos", resume Montes. El salto de Navantia en Australia es cualitativo porque aunque se construyan los futuros buques en las Antípodas, más allá del diseño, supondrá un esfuerzo de ingeniería tan importante que probablemente contarán con colaboración de los astilleros españoles durante lustros. "De entrada -avanza Filgueira- incorporarán nuevos radares, lo que beneficiará a todos. Y las empresas españolas de la industria auxiliar que participan ya en los destructores de Adelaida podrán repetir experiencia".

Vídeo: David Fernández

El director del programa de las 9 fragatas es Donato Martínez, también ingeniero naval, y resume que "lo que hacemos aquí es una extensión de lo que hacemos en España, ya que una de nuestras ventajas competitivas es que todos los diseños se han desarrollado en la Armada Española". "Puede que mañana Australia compita contra ti -reflexiona en voz alta- pero no podemos vivir sólo de construir en nuestro país. De hecho, el éxito del programa no sólo pasará por entregar los buques, sino que ellos quieren consolidar su capacidad similar a la española. La integración del diseño es muy ventajosa, ya que ellos reducen riesgos técnicos, costes y plazos". "El negocio de los coches hoy más que en la venta, está en la financiación, los seguros, la postventa y la garantía. Pues algo parecido ocurre en cierto modo con los buques, el mercado ha evolucionado", añade Juan de la Cueva, director comercial de Navantia, a modo ejemplo gráfico. En paralelo, todos coinciden en que Navantia hoy genera un efecto dominó del que se pueden aprovechar muchas otras compañías, no sólo las del sector naval.

Para quienes se estén pensando si compensa la experiencia, Sibello subraya que "la experiencia profesional no se puede calificar por menos que excelente, supone un esfuerzo adaptarte y se echa de menos a la familia, pero merece la pena". Como corrobora De la Cueva, "aporta mucho al verte fuera de la zona de confort, lo que te obliga a hacer nuevos amigos". Si alguien no logra entender qué ventajas se obtienen al exportar tanto talento, quizá es porque pasa por alto que la tecnología que ya existía y que era propiedad de Navantia se queda en Navantia. Y lo que ofrece este contrato de colaboración con Navantia a los australianos es la posibilidad de que en el futuro pueda parecerse a lo que son los astilleros españoles en la actualidad y así poderse introducir también en el negocio. Esto es "inevitable", como expone Montes, pero "es un mecanismo que no se detiene". "El que está por delante en tecnología estará siempre en una posición mucho mejor para desarrollar productos más novedosos que una empresa más retrasada", apostilla. Para alcanzar este nivel, ha sido determinante contar con la suerte de tener una Marina que, aunque con un presupuesto limitado, ha resultado fundamental a lo largo de la historia de los astilleros, ya que la Armada Española es "muy experta y la más antigua del mundo", resume el ingeniero. Sin duda, sus años de existencia se han traducido en buenos buques, sabiendo siempre cómo concebirlos para cubrir sus necesidades con costes reducidos. Navantia ha tirado de esta experiencia y se ha ganado a pulso el reconocimiento exterior al convertirse en el diseñador principal de la Marina Australiana. Basta decir que hace 9 años solo contaba con dos personas en Sidney y ya son 90 en Australia. La receta para obtener buenos resultados en Australia es sencilla y a la vez complicada: "Les hemos dado valor por el dinero que han pagado y ese fue nuestro compromiso", remacha Barón. El director de Navantia Australia comenta que el reto para Navantia es ganar el concurso de las 9 fragatas, aunque llegar al corte final ya es un lujo, si pensamos en los astilleros diez años atrás. "Navantia ha de ser un orgullo porque ofrece productos de alta tecnología como resultado de la colaboración de los astilleros, la Armada Española y la industria auxiliar. El éxito es de todos", afirma.

Tanto confían los australianos en los ingenieros españoles, que a modo de ejemplo, Fernando de Ory, al que pillamos analizando unos planos con dos ingenieros autralianos, señala que "tienen muy claro la autoridad del diseño. Por más que a veces piensen que pudiera ser mejorable, siempre cumplen a rajatabla".

A su juicio, los gaditanos "tendrían que estar muy contentos, puesto que hacemos un gran producto que se puede exportar. Tenemos mucha capacidad de diseño y de conocimiento, y de la mano de Navantia muchas empresas españolas han llegado hasta Australia, ya que parte del equipo de las fragatas se compró en España y se ha mantenido el diseño".

La última palabra durante la visita la tiene Lloyd Becket, el jefe de la alianza que supervisa la construcción de los tres destructores y que se presenta ante los periodistas para celebrar que Navantia haya simplificado el trabajo ayudando a construir buques de "una apariencia agradable con un sistema de combate bastante avanzado". ¿Quién lo iba a decir hace unos años? El milagro ha sido posible, gracias a un gran grupo de "creyentes navantieros", como los define el propio Juan de la Cueva.

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