Andalucía

Pitu, catalana de Jerez

  • Inés Arrimadas, el fenómeno político del momento tras su éxito al frente de la candidatura de Ciudadanos el 27-S, fue una niña tímida

No había nacido Inés cuando el que sería su padre, Rufino Arrimadas, ex policía, abogado, con ese acento salmantino, irrumpió en la sede que UCD tenía en Jerez en la calle Caracuel. Allí les dio a sus compañeros concejales la noticia bomba: "No os lo vais a creer: vamos a cobrar del Ayuntamiento. Nos van a pagar por hacer política". Un año después, en 1981, en mitad de la primera legislatura municipal democrática, nacería Inés, la mujer que con su discurso contra la corrupción y por la honestidad en política ha llevado a su partido, Ciudadanos, a liderar la oposición del bloque constitucional en el plebiscito catalán. La mujer que le aguó la fiesta a Artur Mas.

Inés Arrimadas no es una catalana por los cuatro costados, aunque ella se define como catalana, "catalana de Jerez. No hay que elegir entre una cosa y otra. Sigo siendo jerezana y soy catalana. Lo que me siento es una mujer del siglo XXI".

Por tanto, es una jerezana que, como tantas, abandonó la ciudad por motivos laborales. Y acabó en Barcelona porque en Barcelona quería acabar. El suyo no es el caso de una emigrante que se va a buscar la vida, sino una emigrante voluntaria. "Fue mi elección", quiere dejar muy claro en una conversación telefónica mientras se mueve en el AVE de Madrid a Barcelona, entregando respuestas cortas y un poco apabullada por el cartel que le propongo de "celebridad local".

Tras acabar sus estudios en la Universidad Pablo Olavide de Sevilla y un breve paso en una empresa del Campo de Gibraltar, Arrimadas empezó a trabajar en 2006 como consultora en Daleph, una firma catalana con delegación en Jerez y cuyo responsable en Andalucía es Miguel Ballesteros, que fue gerente de la empresa municipal del suelo en el Ayuntamiento. Él fue el que la fichó y sus compañeros no dudan en alabar semejante acierto. Eusebio Castañeda, especialista en medio ambiente, que trabajó codo con codo con ella, lo puede atestiguar: "La echamos mucho de menos, era una compañera magnífica y una gran profesional que trabajaba muy bien en equipo. Sabía organizarse muy bien. A ella le gustaban especialmente los proyectos de cooperación internacional y cuando tenía que exponer era la mejor, no se limitaba a leer un power point. Lo hacía con mucha soltura, sintetizando muy bien, en varios idiomas. No conozco a muchos políticos, pero creo que con esas cualidades no debe haber muchos".

Que la empresa fuera catalana incentivó a Inés a aprender catalán, un idioma más que sumar al inglés, el francés y el italiano, desde Jerez. Viajaba a menudo a Barcelona y, quizá por ser forofa del Barça de Guardiola, que se presentó en las listas de los independentistas en el último lugar, se enamoró de la ciudad. En 2008 pidió su traslado a la central de la empresa. Ella reconoce que Barcelona la sedujo y que formaba parte de su santuario personal, precisamente por el fútbol: "Es que soy de la generación que creció con el dream team". "¿Y no eras del Xerez?". "Bueno, ya sabes que en Jerez hay mucha gente que es del Madrid o del Barça".

La comunicación con sus compañeros de Jerez siguió siendo fluida cuando se marchó a Barcelona, pero todos se sorprendieron cuando les contó que pedía una excedencia para presentarse a las elecciones catalanas, donde sacaría un escaño. "Jamás habíamos hablado de política -relata Castañeda-, ni ella nos hablaba de cuál era la situación que se vivía en Barcelona con todo eso del independentismo. En un principio nos sorprendió, pero ahora, visto en perspectiva, no resulta tan raro. Es una persona muy cercana y lo sabe transmitir. La política no la ha cambiado, siempre contesta a los whatsapp y, de vez en cuando, pregunta por los proyectos en los que estamos".

Lo que no sabían sus compañeros es que Inés, que asegura que en su casa se hablaba poco de política -que su padre hubiera sido concejal no cambiaba mucho las cosas-, es que un día una compañera de trabajo le invitó a un acto de Ciudadanos y ella fue por ir a algún sitio. "En mí la política no es una vocación, pero en ese acto recobré la confianza en la política, era algo representativo de lo que yo pienso, un partido al que no tenía que votar por descarte, sino que compartía plenamente sus ideas". De ahí al estrellato.

Castañeda recuerda que su formación como consultora le ayuda a conocer las interioridades de lo público: "Somos una empresa que trabaja con ayuntamientos, diputaciones, consejerías... Pero nosotros no hablamos con políticos, sino con técnicos, por lo que desde ese trabajo se acaba conociendo muy bien las interioridades de las instituciones desde un punto de vista de funcionamiento, no de discurso. Y en eso, como en todo, Inés era una aventajada".

Su aventura catalana no supone desapego de su tierra. "La Feria no se la pierde, aunque sea viene un par de días. Y en Navidad está en las zambombas". Y ella sí que presume de algo: "A la cantidad de catalanes que me he traído y les he descubierto la Feria... les encanta". Hace patria Inés, aunque es lo menos parecido al ombliguismo. Si se pregunta a sus conocidos por las aficiones de Inés se coincide en uno: viajar. Y no viajar a la esquina. "Nada de irse a la playita. Ella escogía destinos exóticos, que si Dubái... Siempre lejos. A perderse, pero de verdad perderse".

¿Apuntaba a todo esto desde niña? Sorprende la foto de la orla de su promoción del colegio Compañía de María donde ella aparece abajo, con el pelo negro rizado y gafitas. No se parece en nada a la actualidad. Difícilmente en una apuesta alguien que la conociera sólo por sus últimas semanas de presencia mediática podría acertar qué niña de la orla es. Popi Argudo está en esa foto y se acuerda bien de Pitu, que era como llamaban a Inés. Era su compañera de clase y ahora es profesora en la Compañía de María. La última vez que la vio, en la boda de otro ex alumno, hablaron precisamente de eso: "Qué fuerte, las que eran tus maestras son ahora tus compañeras", exclamó Inés, a la que se veía muy feliz de su vida en Cataluña.

Sin embargo, para Popi, no deja de ser extraño encontrársela en televisión, con ese aplomo, en los debates de La Sexta "porque era muy tímida, introvertida. Alguna vez compartimos pupitre, las dos tan chiquititas, y era graciosa, te reías, aunque no era de esas niñas que se abriera". "¿Y copiaba?". "Jaja, no creo que le hiciera falta, pero es que aquí no te daban opción, te lo aseguro".

La señorita Angelines, que le dio matemáticas y ciencias en octavo, pensó que si una Arrimadas se metía en la política tendría que ser su hermana mayor, Marina, "que sí que era reivindicativa de niña, pero a Inés la recuerdo discreta, que nunca se quejaba por nada. Y muy buena estudiante. Pero no era un líder dentro de la clase. Eso sí, venía de una familia de carácter y ese carácter tenía que salir por algún lado".

Don Andrés, su profesor de Sociales, recuerda a Inés con mucho cariño como miembro del equipo del colegio que ganó un viaje a Tenerife en un concurso organizado por la televisión local, Onda Jerez, entre todos los centros de la ciudad. "'Íbamos pasando eliminatorias y ella se implicaba mucho, era una muchacha muy atenta, muy brillante. Y cuando iba a ser el viaje que habían ganado se puso con fiebre y ese puso muy firme con que le daba igual la fiebre y su madre la respaldó: que se iba a Tenerife con la lengua verde. En el viaje, en el barco, se le cayeron las gafas al agua y me dijo: no se lo voy a decir a mi madre, que seguro que con la alegría de verme ni se da cuenta". "¡Es verdad, se me cayeron las gafas!", recuerda Inés, abandonando un momento la seriedad que da el cansancio.

Popi se reconoce sorprendida de la imagen de Inés Arrimadas que ha cautivado a buena parte de los catalanes y que le ha dado una proyección política a nivel nacional. "No era una niña coqueta", recuerdan en el colegio. Más adelante, en El Pilar, se interesaría por el deporte y, teniendo una pandilla que se mantendría durante muchos años, nadie le atribuye una atención desmedida por la imagen tan propia de la adolescencia. De hecho, a ella le produce estupor que se hable de su belleza porque "nunca he sido guapa".

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