Andalucía

"Abra la puerta, soy policía"

  • El uso de placas falsas y uniformes es ya un clásico para cometer robos en viviendas o desvalijar el coche tras fingir un control en la autovía.

Irrumpen con réplicas de placas, grilletes, uniformes e incluso van armados. Cualquier postizo es indispensable para lograr el primer objetivo de su atraco: que los inquilinos accedan, confiados, a abrir la puerta de la vivienda. En el argot criminal se conocen como policías ful (falso, fallido) y nada tienen que ver con las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado. Juegan con la ventaja de saber que sus víctimas no esperan, a priori, ser asaltadas por los defensores de la ley, que desde hace un tiempo también se ven obligados a perseguir a quienes fingen ser uno de ellos para dar el golpe.

En los últimos meses han sido varias las investigaciones centradas en el esclarecimiento de robos protagonizados por ladrones disfrazados, como la del caso de dos hombres que fueron detenidos como supuestos autores de dos asaltos en un piso de Málaga, en el que llegaron a esgrimir un falso mandamiento judicial a los ocupantes para proceder a un registro del inmueble y, de esta forma, desvalijarlo.

No han sido los únicos arrestos. Tres individuos irrumpieron en una vivienda de la barriada malagueña de Las Flores advirtiendo que eran agentes de la autoridad. Una vez dentro, simularon disponer de una orden para inspeccionar el piso y, a punta de pistola, se llevaron el dinero que hallaron a su alcance y los teléfonos móviles.

Aunque a la mayoría de los arrestados se les ha imputado los delitos de pertenencia a banda organizada, robos con violencia e intimidación, tenencia ilícita de armas, usurpación de funciones, atentado y falsificación de documentación, hacerse pasar por policía también ha servido a algunos de estrategia para venganzas sentimentales.

Fue el caso de una joven de 28 años que acabó detenida por hacer creer que era agente para que resultara creíble el envío de fotos de su ex pareja por WhatsApp e inventarse que estaba en busca y captura. No en vano, llegó a mandar al receptor un número de carné profesional a fin de evitar sospechas. La guinda fue una foto de una placa falsa, cuya adquisición resulta curiosamente sencilla.

Y es que cuatro clics son suficientes para hacerse pasar por miembros de Protección Civil, policías locales, nacionales, guardias civiles, guardas de campo y vigilantes municipales con divisas, emblemas, botas, defensas, carteras, cinturones y cordelería, todos ellos disponibles en numerosas páginas webs. La falta de control que ofrecen es el principal aliciente para los atracadores.

Los que sí tratan de frenar estas actuaciones son los responsables de tiendas físicas especializadas en la venta de artículos de este tipo. En ellas, cualquiera puede hacerse, por ejemplo, con un chaleco antibalas, pero los dueños se encargan de registrar todos los productos que lleven distintivos policiales. Estos comercios son, en este sentido, uno de los principales puntos a los que la Policía Nacional acude cuando tienen constancia de un robo cometido con uniforme, lo que ha derivado en varias detenciones.

Las carreteras se erigen en otro de los escenarios utilizados también por los asaltantes que fingen pertenecer a un cuerpo policial para ganarse la confianza de los conductores. El procedimiento se basa en enseñar, una vez que ya ha caído la noche, a través de la ventanilla una supuesta placa oficial, con la que tener potestad para dar el alto y lograr que la víctima se baje del vehículo en plena autovía. Es el momento en el que el ladrón aprovecha para llevarse todo lo que tiene a su alcance. "Suelen ser hombres de nacionalidad búlgara. Son serios y visten de negro. Además, van armados", precisaron fuentes cercanas a estas investigaciones.

Pero el uniforme de agente no es el único empleado. También los monos siguen estando de moda para los robos de cableado. Otra variante es la vestimenta de los trabajadores de Correos. El último caso que ha trascendido tuvo lugar en abril en una urbanización de la avenida Carlos Haya de Málaga. Los asaltantes accedieron al edificio haciéndose pasar por repartidores.

Más allá de los atracos en viviendas, los hurtos al descuido en la vía pública continúan acaparando la mayoría de las denuncias, sobre todo en el centro de la ciudad. Los ladrones han agudizado su ingenio para cometer sus fechorías. El abrazo o el beso afectivo es una de las estrategias que parece estar de moda. "Suelen ser chicas muy llamativas que se acercan a hombres mayores diciéndoles que se han enamorado de ellos", indicaron las mismas fuentes.

Las estafadoras, que normalmente proceden de países del este, también usan como pretexto la firma de algún impreso para apoyar una acción benéfica o incluso llegan a ofrecer al oído favores sexuales. La finalidad es clara: sustraer a la víctima el dinero en metálico que lleve encima o las joyas que tienen a la vista, como collares, anillos, pulseras y relojes.

Los cacos más tradicionales tiran aún del método de la muleta, que consiste en enseñarle al afectado un periódico para taparle la vista y, en cuestión de segundos, apoderarse del objeto deseado. Cualquier excusa, siempre que sirva para desviar su atención, es válida. "Suelen llevar una bolsa o una chaqueta en el brazo. Es típico que ocurra cuando ven que alguien se ha dejado el móvil encima de la mesa. Uno lo coge y se lo da a otra persona, que pronto desaparece", precisaron.

También el regateo del balón se ha convertido en una maniobra frecuentada por menores de origen magrebí, en su mayoría. "Centran la atención de la víctima en las piernas y hacen como si estuvieran jugando al fútbol. Empiezan a dar toques. Uno no sabe qué buscan. La misma persona o bien otra que se aproxima aprovecha para el robo", detallaron los investigadores.

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