El resto del tintero

Cónclave en las Cinco Llagas

  • Sucedidas las dimisiones en diferido de Chaves y de Griñán, el PSOE forzará a la oposición a retratarse en unas votaciones continuas que quiere repetir cada 48 horas en plena campaña

Griñán se ha ido a impulsos, muy propio de la naturaleza imprevisible del ex presidente; Chaves, a empujones, algunos demasiado burdos, como los perpetrados desde la sede socialista de Ferraz. Susana Díaz quería, y era público, que Chaves anunciase que no volvería a presentarse a las próximas elecciones generales, la presidenta andaluza consideraba que este gesto le bastaría a Ciudadanos y a Podemos, pero al final fue la dirección de Ferraz quien empujó al ex presidente al precipicio con una llamada y varias mentiras. Chaves y Griñán no están satisfechos. El primero ha sido presidente de la Junta durante 16 años, ocupó en la Ejecutiva federal el mismo puesto de presidente que Ramón Rubial y es uno de los refundadores del PSOE, pero no ha habido compasión en las formas. El viernes por la noche, telefoneó a Susana Díaz para comunicarle esta retirada en diferido, pero antes el número dos de Pedro Sánchez, el riojano César Luena, había avisado a medio país. Para que no se echase atrás.

José Antonio Griñán, presidente durante cuatro años, está enojado. "Dimití como presidente, de secretario general del PSOE de Andalucía, dejé el escaño de parlamentario de número uno por Sevilla, de senador, ¿qué más quieren que haga?", declaró el ex presidente el viernes. A diferencia de Chaves, Griñán ha explicitado su responsabilidad política por el caso de los ERE; Chaves no, pero el gesto queda ahí. Podemos salió en tromba el viernes a celebrar estos trofeos, y ayer le tocó el turno al líder de Ciudadanos, Albert Rivera, con aguijón incluido al PP: "Ciudadanos ha hecho más por Andalucía que el PP en 30 años de oposición". A pesar de que, en efecto, los dos partidos emergentes han conseguido lo que hubiera parecido imposible hace dos años, Susana Díaz no tiene ni mucho menos asegurada su investidura, pero conseguidas las dimisiones de los ex presidentes, la oposición tampoco puede buscar muchas más excusas para dejar gobernar al PSOE, que es de lo que se trata, que dejen pasar: que sólo se abstengan.

Albert Rivera desea que el PSOE firme el decálogo anticorrupción de su partido, entre cuyas obligaciones se encuentra que las formaciones no llevarán imputados por corrupción en sus listas. "No basta con palabrería", subrayó Rivera desde Madrid en un acto al que también asistió Juan Marín, el candidato de Ciudadanos en Andalucía. Marín no es el líder, el único líder de Ciudadanos es Albert Rivera, y cualquier decisión sobre el pacto o la investidura deberá ser aprobada por él y por su comité ejecutivo. Este es uno de los problemas que los negociadores socialistas están teniendo, tanto Ciudadanos como Podemos son partidos teledirigidos, sin autonomía. El Podemos de Teresa Rodríguez, al menos, se rebela contra ello, pero en Ciudadanos no hay atisbo, funciona como un franquiciado. Podemos también ha colocado sus otras dos condiciones: la desvinculación de la Junta con las entidades financieras que ejecuten desahucios sin alternativa habitacional y el ahorro de 24 millones de euros en altos cargos y puestos de confianza en la Junta. En principio, todas las propuestas pueden ser negociadas, pero en el PSOE admiten que las Consejerías no funcionarán con dos únicos cargos políticos, el consejero y el viceconsejero, tal como propone Podemos.

El PSOE desea que el acuerdo llegue pronto, antes de las elecciones municipales del 24 de mayo. Los negociadores socialistas, Mario Jiménez y Juan Cornejo, se reúnen mañana con los del PP y, a partir de entonces, con Podemos, Ciudadanos e IU. El PSOE no ha prefijado a ningún partido preferido, busca la abstención de todos y va a ser especialmente duro con el PP. Mario Jiménez lo fue ayer, al apelar a "a los partidos del Estatuto"; es decir, a PP e IU a no convertir Andalucía en una comunidad autónoma de segunda. El mensaje es bien claro: todas las comunidades, a excepción de las históricas, Andalucía entre éstas, concurren a las elecciones el 24 de mayo. Si la Junta debe esperar hasta entonces, el Parlamento estará parangonando a Andalucía con el resto de autonomías. "Si el PP no favorece la investidura de Susana Díaz, estará olvidando el Estatuto de Autonomía", manifestó el portavoz socialista desde San Vicente.

El calendario es diabólico por cuanto la investidura de Susana Díaz se va a meter de lleno en la campaña de las elecciones municipales, que se presentan negras para el PP. La dirección popular da por perdidas las diputaciones de Cádiz y de Córdoba, el Ayuntamiento de Huelva y la mayoría absoluta en casi todas las capitales andaluzas. Susana Díaz pronunciará su discurso de investidura el lunes 4 de mayo o el martes siguiente; 24 horas después se celebrará la primera votación, la que se necesita una mayoría absoluta, y 48 horas más tardes, la primera de mayoría simple. Eso será, por tanto, el jueves o el viernes 8, horas antes del inicio de la campaña o ya en plena batalla electoral. Es más, si no hay acuerdo, el PSOE es partidario de celebrar una votación cada 48 horas, de tal modo que los partidos van a tener que contar con dos agendas: una para la campaña y otra para las votaciones en el Parlamento. Esta sucesión de plenos va a marcar la campaña de las municipales, y cada vez que Susana Díaz no gane, el PSOE dirá que el PP y Podemos están votando juntos en la Cámara.

"No vamos a consentir que nadie pretenda mezclar los procesos, a partir de la campaña electoral, si no hay acuerdo de investidura, la agenda va a seguir hasta que se encuentre un acuerdo", aventuró Mario Jiménez. Ni el Estatuto ni el reglamento del Parlamento especifican cada cuánto tiempo debe convocarse el pleno para una votación. Lo decide el presidente de la Cámara, el socialista Juan Pablo Durán, una vez oída la junta de portavoces. Esto puede convertirse en conflicto, toda vez que el PSOE tiene una mayoría minoritaria en la junta de portavoces, donde cada voto es proporcional al peso en escaños.

Si es así, la investidura de se convertirá en una suerte de cónclave, donde sólo haría falta cerrar las puertas para que el antiguo Hospital de las Cinco Llagas se parezca al Vaticano. Hasta la fumata blanca.

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