Lucy nació mujer en un cuerpo de hombre hace 59 años. En esa España sin miramientos y políticamente incorrecta que no torcía el gesto ante la palabra maricón. Durante la mayor parte de su vida vivió en Guillén Moreno, en el piso de sus padres en la calle Marinero en Tierra, 2, el mismo al que ayer fue conducido esposado por agentes de la Policía Nacional tras ser detenido a las tres de la madrugada como presunto, si nos atenemos al nombre que figura en su DNI, presunta, si atendemos a todo lo demás, autor del homicidio de María Soto, la vecina de 92 años que fue hallada muerta en su casa con una bolsa en la cabeza en la mañana del martes. 

Lucy y María se conocían porque esta última vivía en el mismo bloque que una hermana del detenido. El hecho de que el autor del crimen accediera por la puerta a la vivienda hizo a la Policía estrechar el cerco sobre personas de su entorno. Yahí fue donde los testimonios de los vecinos, de los estupefactos vecinos aún, han tenido una importancia capital para la rápida detención de Lucy. Porque, según los vecinos, Lucy había cambiado en los últimos tiempos. Seguía ganándose la vida limpiando casas y vendiendo lotería clandestina, pero había adelgazado mucho y se le veía más huraño. Algunos apuntan a la posibilidad de que se hubiera subido a lomos de ese renovado jaco que vuelve a campar a sus anchas por el barrio, más puro y barato que nunca, una heroína que lo mismo mata que provoca muertes por la necesidad de encontrar dinero para saciar el deseo de otra dosis. 

El descubrimiento del cadáver de María Soto, que a sus 92 años seguía cuidando de su hermana enferma de Alzheimer y que, en palabras de uno de sus vecinos del bloque, “era una persona impresionante que no merecía este final”, alteró aún más la conducta de Lucy. Se le vio más nervioso, y ese hecho fue comentado por varias personas a la Policía, que no tardó en atar cabos. Desde el principio pensó en el homicidio y en el móvil del robo, de un robo cometido por una persona que había tenido acceso a la vivienda de María.

Por eso se decidieron a ir a por esta persona rápidamente. Agentes de la UDEV la detuvieron y ayer la acompañaron en un registro domiciliario en el que buscaron objetos que pudieran confirmar que Lucy estuvo en casa de María Soto para robar la noche que la anciana murió con una bolsa en la cabeza. 

Los agentes de la Policía abandonaron el domicilio de Lucy, el mismo donde sus padres le vieron dar pasos a trompicones por una vida complicada, portando un pequeño perrito, un perrito al que seguramente Lucy colmaría de arrumacos. Es curioso cómo el ser humano puede llegar a ser tan bueno con un animal y tan cruel con un semejante.

Lucy, transexual y vecino de un barrio conmocionado, pasó ayer su primera noche completa en los calabozos de la Comisaría Provincial y hoy será puesto a disposición judicial como presunto autor del homicidio de María Soto.