Andalucía

Madrid protesta ante Londres por las acusaciones "falsas" contra un "aliado"

  • España reprocha el abuso de la "convocatoria de embajadores" que "establece una dinámica diplomática inadecuada". El Tratado de Utrecht no recoge nada de las aguas que rodean a Gibraltar

De todos los puntos de fricción entre España y Reino Unido a cuenta de Gibraltar, el de la soberanía de las aguas que rodean el Peñón es el que esta semana ha vuelto a tensar las relaciones diplomáticas entre ambos países. El episodio desencadenante ha sido el rifirrafe de un buque de la Armada española con dos barcos de paso en el puerto gibraltareño. Bajo la óptica británica, la Armada intentó el miércoles "redirigir a dos barcos comerciales -de Bahamas y Chipre- afirmando erróneamente que se encontraban en aguas españolas" con el objetivo, dijo, "de alterar la actividad económica" del Peñón.

¿Dónde radica el desencuentro? España se basa en lo fijado en el Tratado de Utrecht (1713) para argumentar que sólo se cedió a Inglaterra la villa de Gibraltar, el castillo y su fortaleza además del puerto (nada se decía en este documento de las aguas que rodean la roca). Frente a eso, Gibraltar y Reino Unido se apoyan en la Convención del Mar de las Naciones Unidas (1982) para reclamar el uso de 12 millas náuticas de aguas territoriales aunque, sólo estaría usando actualmentre tres. Todo a partir de esas tres millas son aguas internacionales, dice Reino Unido. Pero España sostiene que a partir de las tres millas las aguas son tan españolas como la Puerta del Sol porque "nunca" las cedió.

Visto así: el entendimiento en el asunto de las aguas es nulo y provoca, en la convivencia diaria de ese pequeño rincón meridional de la península, todo un rosario de choques y provocaciones entre la Royal Navy y los buques que atracan en el puerto gibraltareño con la Armada española, la Guardia Civil y los pescadores de la zona.

Hasta aquí todo entra dentro de los más previsibles márgenes del contencioso. La novedad que ha generado la respuesta airada de España, con el ministro García-Margallo a la cabeza, es que para un asunto así -rutinario y molesto a partes iguales- el Foreign Office, en la que esta misma semana se estrenaba en el cargo Philip Hammond, convocara al embajador español en Londres, Federico Trillo. La primera medida del sucesor de William Hague al frente de la diplomacia británica ha dejado algo claro: en esta nueva etapa, la defensa de los intereses de Gibraltar es, más que nunca, una prioridad para el Ejecutivo de Cameron.

Se trata, de hecho, de la quinta vez que el Gobierno conservador llama a capítulo al representante español y la primera desde que el pasado verano el conflicto viviera cotas inéditas después de que Gibraltar lanzara 70 bloques de hormigón a un caladero explotado tradicionalmente por los pescadores de la Bahía de Algeciras.

Si Londres convocó al embajador español para protestar por las incursiones en lo que considera aguas británicas, Madrid jugó ayer la misma carta y solicitó la presencia del embajador británico, Simon Manley. En la reunión, en la que participó el director general de Política Exterior, Asuntos Multilaterales, Globales y de Seguridad, Ignacio Ibáñez, el Gobierno español trasladó a Reino Unido su "más enérgica protesta y malestar" por haber vertido "acusaciones rigurosamente falsas" sobre la actividad "rutinaria" que la Armada española realiza en las aguas que rodean Gibraltar con "exquisito respeto" al derecho interno e internacional, matizó ayer el gabinete de Margallo en una nota.

En otras palabras, España reprocha que para abordar un asunto de estas caraterícas Hammond haya hecho uso de la convocatoria de embajadores, un acto "muy serio que debe reservarse para situaciones de especial gravedad". Entiende que "las reiteradas convocatorias al embajador español en Londres" por "supuestos incidentes que, entre países amigos y aliados deberían ser tratados de forma diferente, establece una dinámica diplomática inadecuada". La nota española sigue en esta línea: "El Ministerio de Asuntos Exteriores es contrario a este tipo de escaladas que no ayudan a crear el necesario clima de entendimiento".

A la salida de la reunión, el embajador británico fue breve: "La posición del Reino Unido es muy clara". Se extendió algo más en su perfil de Twitter: en inglés viene a decir que le trasladó a al Ministro de Asuntos Exteriores las "preocupaciones" del Foreing Office por la actividad naval española en "altamar" y señaló en su tuit el otro gran escollo de la convivencia entre vecinos. Las "colas" en la Verja "no pueden continuar".

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios