Alberto Garzón. Diputado Nacional de IU

"Sería deshonesto descartarse como candidato a la Presidencia"

  • "Podemos es el síntoma de un fenómeno social; no un problema"

-¿Cómo sienta ser uno de los personajes políticos del momento?

-En lo único que afecta es en tener más agenda, más caos, más actividad. Pero en lo político estoy muy ilusionado. Es atípico que alguien que estaba en Málaga como estudiante, como investigador profesor en Sevilla, siendo militante de base de IU, sin ser parte de lo que llamamos el aparato, se encuentre tres años después en estas circunstancias. Demuestra la generosidad de una formación que se abre hacia afuera. No se sabe qué va a ocurrir pero sí que todo va a cambiar.

-¿Qué busca IU con su ascenso en el organigrama del partido?

-Es una actitud generosa. Es verdad que hay resistencias al cambio, pero la inmensa mayoría de la organización quiere adaptarse a lo que demanda la sociedad. En un momento de crisis como el actual hace falta una esperanza para este país, un cambio radial y está claro que IU sola no va a poder, hace falta adaptarse a la sociedad para ver qué confluencias con otros sujetos políticos pueden ser útiles.

-Es un movimiento contracorriente, tras conocer lo ocurrido en las europeas...

-Una reflexión crítica de las europeas nos lleva a concluir que hay un espacio político amplio que permite hacer una transformación social. Pero ese espacio no ha optado preferentemente por IU. Sí mayoritariamente, pero IU no lo ha canalizado todo. Eso indica que nuestra estrategia no ha sido la más adecuada. Hacemos la lectura de que la organización tal y como estaba antes de las europeas no sirve o no es lo suficientemente útil para ese propósito.

-Si la organización le elige como el representante de este nuevo tiempo, podría pensarse en usted como candidato a la Presidencia del Gobierno. ¿Forma parte de la hoja de ruta?

-Podría ser, pero ahora mismo no hay candidatos encima de la mesa, no es un debate sobre candidatos sino de programas. Luego vendrá la época de poner las caras. Sería deshonesto decir que ya nos descartamos, creo que ninguno se puede descartar y yo tampoco. Pero primero el proyecto y después las caras. Es política ficción y ahora mismo no se me ha pasado por la cabeza.

-Con esas medidas, ¿política y ciudadanía se acercarían?

-La gente dice "no nos representan". Eso significa que los espacios intermedios por donde sube la voluntad popular han sido secuestrados. En el Congreso hemos debatido durante dos horas y media si se prohibe o no pitar en los estadios de fútbol, pero debates sobre redistribución de las rentas, pobreza, no están en el Congreso. Si la soberanía está desplazada la gente pasa de la política. Piensa que para eso que pongan a Botín de presidente.

-Antes de llegar al Congreso usted miraba los toros desde la barrera, ahora que está dentro. ¿Qué le ha sorprendido más?

-Hay anécdotas. Un diputado que te llama miserable en el Congreso y después en el pasillo quiere hacerse amigo tuyo. Es parte de la parafernalia política. Y hay signos, como cuando vino Mario Draghi. Lo hizo sin cámaras, sin micrófonos, sin taquígrafos, pusieron inhibidores para que no funcionasen los teléfonos, quitaron el wifi. Lo normal en una democracia. Draghi habló como dando una clase magistral y los diputados de los demás grupos le pedían por favor que hiciera cosas. Yo, que lo he visto todo desde fuera, pensé: "A Draghi no lo ha votado nadie y a los diputados sí". Hemos perdido la conciencia de quién tiene la capacidad. La gente hace ejercicios de genuflexión ante el poder económico cuando realmente el poder democrático es el poder público. Cuando ves al poder que votas pedirle por favor algo a alguien al que no votas te das cuenta de que no hay democracia.

-Ha hablado antes de la corrupción política. ¿Está tan extendida?

-Sí. Decía Benedetti que cuando se abre la mano ya no se puede volver a cerrar. Pasa mucho. En el congreso hay mucho corporativismo. Cuando un diputado de PP es un corrupto porque está imputado y ya ha sido condenado, el resto del grupo lo defiende como si fuese su hermano. El PSOE hace lo mismo y luego juegan al y tú más. Creo que hay que renunciar a eso. La labor que nos corresponde es no ser corporativistas. Para mí alguien de IU que robe no es un compañero, es un ladrón, y lo voy a combatir, aunque se haya presentado por las mismas siglas.

-¿Ser diputado nacional es ser un privilegiado?

-El salario base de un diputado es de 2.800 euros. Un diputado como yo formalmente cobra 4.500 euros al mes. Por tanto, sí hay un privilegio. Por eso algunos reaccionamos donando la mitad del sueldo. Al final me quedan 2.000 euros, que es lo que cobra mi padre en el Rincón de la Victoria como profesor de Geografía e Historia. Esa cifra sigue siendo privilegiada si te comparas con la mayoría de la población. Y también es un privilegio que se recorten las pensiones públicas mientras que a los diputados, cuando llegamos al Congreso, nos pusieron una hoja de inscripción en que ya iba marcada una casilla para la suscripción de un fondo de pensiones privado con el BBVA, siendo el Congreso el que lo financiaba. Aporta 14.000 euros por diputado. Eso es una aberración moral. Algunos renunciamos a él y la presión que se generó hizo que el resto tuviese que renunciar también. Cuando dijimos que no lo firmábamos, los propios técnicos del Congreso decían que no lo había hecho nadie y que no se podía.

-Todo el mundo da por hecha la alianza con Podemos. Últimamente se han puesto en valor ciertos detalles no excesivamente positivos de la formación.

-Podemos es el síntoma de un fenómeno social. En Rincón de la Victoria no hay nadie de Podemos y a pesar de ello ha sacado más del 7% de los votos. Representa el momento histórico que estamos viviendo de frustración y de canalización hacia un líder, Pablo Iglesias, con una gran capacidad de comunicación. Podemos no es ningún problema. Nuestra idea es articular ese fenómeno y poder convertirlo en una fuerza de construcción de algo nuevo. Y eso genera miedo. No Podemos. Si Podemos obtuviese el 8% de los votos pero no estuviese IU, al sistema le daría igual. El problema es que hay un Podemos, una IU, un porcentaje tan grande de gente que escapa a su control y eso es lo que lleva a criminalizar de forma barata, diciendo que algo es ETA. Fue ETA la plataforma contra los desahucios, fue ETA el propio Zapatero…

-¿Está satisfecho con el pacto de gobierno en Andalucía?

-No. No es un Gobierno de izquierdas. No entiendo por un Gobierno de izquierdas a uno que recorta en sanidad, en educación, puede ser un Gobierno de resistencia frente a una alternativa todavía peor. IU, con 12 diputados, tenía poca fuerza para hacer la política que pretendía. Y en esa alianza con el PSOE hay cosas positivas, como la paralización temporal de los desahucios. El PSOE esta incómodo con IU en el gobierno. Pudo interesarle en un momento determinado pero ahora esta incómodo. El caso de la Corrala fue paradigmático; fue un chantaje del PSOE. El objetivo era meter ruido y criminalizar a IU. Le salió muy mal. No sé predecir qué pasara con el acuerdo pero sí que vamos a un contexto donde todo va a cambiar. Nunca en la historia de España había dos partidos con más del 7% del voto a la izquierda del PSOE.

-¿Usted era partidario del pacto?

-No lo era. No soy dogmático y creo que los acuerdos son necesarios. Era partidario de un pacto pero más tarde, una vez se hubiesen conocido los presupuestos. Se hizo deprisa y corriendo y con un recorte desde el PSOE que nos comimos. Era reacio al pacto en los términos en que se acordó. Dije que se esperase a diciembre. Pero eso no impide destacar que hay elementos positivos.

-En este escenario, ¿es partidario de seguir adelante?

-Creo que una vez se acuerda una cosa hay que cumplirlo. El acuerdo programático se tiene que aplicar y si no se puede hay que salirse. Estamos en la Junta para aplicar lo que se aprobó, si no nos dejan nos vamos.

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