La teoría de nuestro insigne Julio Camba sobre la construcción de una nación fue corregida posteriormente por el profesor Shameless. Estando de acuerdo en el fondo, para hacer una nación solo hacen falta quince años de trabajo y un millón de pesetas (inflación mediante), Shemeless amplía el objeto de la inversión. Tan importante como establecer la preponderancia de un tipo antropológico y un lenguaje identitario es construir un discurso epopéyico. Como bien saben los rusos, que fueron soviéticos antes de volver a ser rusos y no tienen empacho en cimentar la épica de la nueva Rusia Blanca sobre las hazañas del Ejército Rojo sobre los nazis. En la lógica soviética de la creación como un acto colectivo, Ada Colau ha decidido aportar su granito de arena a la construcción del relato. La épica necesita de héroes, a los héroes se les ponen calles en sus ciudades de nacimiento y la alcaldesa acaba de dar a Pepe Rubianes la suya en Barcelona. Lo que en circunstancias normales no merecería mucho más que una breve reseña dentro de las noticias locales de la prensa local. Nada glorioso que no se pueda solucionar con una oportuna posverdad: no solo le damos la calle a un barcelonés de pro, sino que se la quitamos a un "facha" del tamaño del almirante Cervera, convirtiendo el reconocimiento público en una gesta heroica. Al carajo la historia. Al carajo el paso del almirante por el Ministerio de Marina en uno de los gobiernos liberales de Sagasta. De acuerdo, no pertenecía a la Segunda Internacional. Era liberal. Pero, de ahí a que viajara al futuro para adelantarse al fascismo que asolaría Europa veinticinco años después hay todo un ejercicio de libre pensamiento.

En las antípodas, Montoro defiende que la Generalitat no malversó dinero en el procés. Si algún funcionario se equivoca, es de otro ministerio. El sábado, en la final de la Copa del Rey, la requisa de camisetas amarillas le dio la razón. Solo un milagro y el descenso de las temperaturas nos salvó de ver las gradas pobladas de torsos desnudos. El enfrentamiento ha llegado al vestir y en el próximo partido habrá que preguntar a los agentes si tampoco se pueden llevar camisas de ese color. Al Sevilla no le benefició la jugada. A los azulgranas, el amarillo les habría traído mal fario. En una cosa tiene razón Colau: Rubianes se merece una calle por hacer reír a la gente. La Gran Guerra Patriótica que libran es de chiste.

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