El periódico de cada día

Encontrar el periódico cada mañana viene a ser una proeza milagrosa aunque atenuada por la normalidad

Se dan por normales y cotidianos distintos reconocimientos que no hace mucho costó lograr. El derecho de sufragio, por ejemplo, permite incluso practicar el escepticismo del voto en blanco o manifestar la voluntad, a mitad de camino entre la indiferencia y la repulsa, de la abstención. Y la libertad de prensa llena los kioscos, reales o virtuales, de periódicos y cabeceras que ofrecen información, opinión y, por qué no, también entretenimiento. Pues bien, tan evidentes son estas disposiciones que, por consabidas, deja de atribuírseles importancia, se ejercen menos o disminuye el interés justo por la seguridad de que no faltan. Otra cosa sería que se impidieran o restringieran tales derechos y libertades, ante lo que cabría esperar la movilización decidida para su reposición. Hay quien sostiene, por eso, que los grandes derechos y libertades primero se demandan y reivindican permanentemente, después se regulan y ordenan -se normalizan- y, a la vez, se ejercen. Pero, en esto último, el ejercicio es bastante más consistente y efectivo cuando se litiga en la reivindicación que cuando se tiene como un "regalo" de la normalidad. Diez años cumple en los kioscos Diario de Almería, década celebrada esta semana con merecida y plena satisfacción. Y si se advierte que los milagros no son sino sucesos extraordinarios y maravillosos, encontrar cada mañana el periódico viene a ser una proeza milagrosa aunque atenuada por las cotidianas certezas de lo que, una vez conseguido, se hace normal. Acierta el director, Antonio Lao, cuyo ejercicio durante esta década es encomiable, cuando subraya, como hizo en su Carta del Director/ Luz de Cobre, del pasado domingo, que el sostén principal de un periódico no es otro que el de preservar la calidad de sus contenidos. Sin que la consideración de ésta lo sea al modo de una referencia genérica, de un comodín socorrido, sino como una constante y a la vez renovada pauta que refuerce el contraste y la fiabilidad de la información, la pluralidad y solvencia de la opinión, el atractivo y la respuesta a distintos intereses. Con el diáfano propósito de ofrecer un servicio valioso a sus lectores porque a la vez o por esto mismo sirve a la verdad y garantiza el vínculo de la confianza. Tales son los más firmes asideros para superar las encrucijadas que salgan al paso, cuando Diario de Almería cumple su primera década y ocupa su tiempo y lugar, animado con retos y expectativas para dar con el acierto en el periódico de cada día.

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