Narcisismo sexual

El narcisista sexual es más feliz en su relación de pareja si resulta beneficiado en la comparación de la práctica

Dispares son las formas del narcisismo porque variopintas resultan asimismo las facultades o las obras propias que se estiman con una excesiva complacencia. Ganar la adhesión ciudadana, a modo de ejemplo, es objetivo pretendido con las campañas electorales -mejor no referir nada de la más reciente-, en una suerte de narcisismo político desvirtuado por la inelegante simpleza del pensamiento, es un decir, sectario. Acaso, por otra parte, narcisistas y ególatras sean primos hermanos en el linaje de la presunción. Y, adelantada la diversidad de formas del narcisismo, una peculiar es la de carácter sexual. La investigación, tan dada a las cuestiones mayores o básicas como a las novelerías caprichosas, se ha ocupado de la felicidad y la satisfacción de las parejas considerado el efecto del narcisismo sexual. De resultas, esta conclusión significativa: la felicidad que un narcisista alcanza con su pareja, más que debida a las características propias de la relación, deriva de la cantidad de sexo que los amigos crean que esté teniendo. Sostienen los investigadores que es extendida y general -puede que a su vez rijosa- la curiosidad sobre la vida sexual de otras personas, y que en los narcisistas sexuales se acrecienta en demasía porque son quienes con más probabilidad acabarán afectados por las comparaciones. Por eso, puestos en la faena -está hablándose de la comparación- los narcisistas prefieren parangonarse con sujetos sexualmente menos capacitados. Ya que, cuanto mejor piensen que lo están haciendo -ahora se trata de otra faena- más satisfacción sexual les cabrá. Situación bien distinta a la que conduce al agachamiento, sin señalar, cuando conocen que sus amigos o amigas tienen más práctica sexual. En fin, los investigadores se hacen la cabeza un lío porque en las rondas de reconocimiento de los narcisistas han encontrado desde explotadores de sus parejas hasta sujetos faltos de empatía, presos de la grandiosidad, necesitados de afirmar un dominio sexual, duchos en lo físico y ligeros de emociones, incluso personas encantadoras aunque propensas a la adicción al sexo. Mas esta actividad, como tantas otras, tiene su tiempo propio, también su prórroga, de modo que no pocos narcisistas reconocen, quizás gastados por su ejercicio, la tranquilidad de sentirse liberados del sexo. Y que les basta con mirarse al espejo, como el Narciso mitológico al estanque, si bien recelan del castigo de Némesis, la diosa de la venganza, por sus tropelías sexuales.

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