Rafael durmió en la capital onubense y cuando en la mañana de ayer regresó a su casa se sintió afortunado porque bien sabía que ésta pudo arder, como le ocurrió a una de las viviendas cercanas. En las Casas de Moguer, una emblemática urbanización situada en Mazagón, los residentes vieron el fuego encima de sus hogares, toda vez que desde el cabezo situado justo enfrente comenzaron a saltar chispas.

"Creo que el error más grave fue que en la noche del sábado nadie nos avisara, ni siquiera la Policía o la Guardia Civil. Los vecinos nos fuimos corriendo a la playa al ver el fuego y al empezar a notar el calor. Se formó una muy gorda", explicaba el joven.

Junto a Diego, otro de los residentes comentaba que intentaron aliviar las llamas cercanas con sus mangueras, pero "era como escupir". Ya en la playa, la humareda era "enorme", "se veía y se respiraba mal". Reinaba, además, la "psicosis por lo ocurrido en Portugal, que está muy fresco". Aunque la gente se iba reuniendo junto al agua, algunos mayores tenían más dificultades para desplazarse y entre los vecinos se echaba de menos a algún familiar, por lo que el pánico era creciente. Por suerte no hubo que lamentar daños personales.

En esta urbanización, la casa de Macarena aguanta en pie a duras penas. Tal y como explicaba ayer un obrero, la estructura podía haberse derrumbado del todo, puesto que es de madera muy antigua. "Por supuesto que en primer lugar lo más importante son las personas. Pero que se te queme la casa es durísimo porque en ella tienes cosas que son tu vida y, cuando las pierdes, ya no vuelves a recuperarlas", comentaba Rafael.