soltando grillos

Los 'pentiti' cantan canciones de desamor

  • Una de las principales características de los arrepentidos de la corrupción en España es que se arrepienten de casi todo, pero no delvuelven lo robado

  • Llevamos un febrero lleno de arrepentidos

Los 'pentiti' cantan canciones de desamor

Los 'pentiti' cantan canciones de desamor / rosell

Soy un mafioso" admitió al comienzo de su confesión, que duró 45 días seguidos. Se llamaba Tommaso Buscetta y fue el primer gran arrepentido de la mafia en Italia. Comenzó a cantar los secretos de la Cosa Nostra en el año 1984 y sus palabras permitieron meter en chirona a más de 500 mafiosos. Le llamaron el pentito dei pentiti (el arrepentido de los arrepentidos, en su traducción del italiano) y se llevó por delante al mismísimo Giulio Andreotti, siete veces primer ministro de este país, tras acusarlo de tener conexiones con el crimen organizado.

Buscetta, o Don Masino como también se le llamaba, fue un arrepentido de película. De película mafiosa. El producto de un cambio legal que se realizó en 1978 en Italia para estimular con reducciones de penas a aquellos que confesaran su delito y delataran a sus cómplices. Ocurre también en España. El que fuese fiscal jefe de Cataluña, José María Mena, escribió un artículo sobre la figura del arrepentido recordando que hasta 1995 había una circunstancia atenuante que permitía rebajar la pena si el delincuente, antes de empezar el proceso, confesaba su delito. Era una especie de dimensión moral, derivada de lo que se denominaba como "impulso de arrepentimiento espontáneo".

Aquella moralidad fue perdiendo valor y hoy es indiferente esta circunstancia. También el momento de la confesión, que se permite incluso con el juicio iniciado. Por eso, advertía el fiscal Mena, hay arrepentidos que buscan únicamente una ventaja personal en el proceso. O lo que es lo mismo, salir del charco colocando el ventilador sobre compañeros y socios, con el riesgo de que el "más malo no solo pueda quedar sin castigo, sino que podría ser también recompensado por su delación".

En España a cantar se le llama también tirar de la manta. Y aunque tenemos una larga tradición de personajes que han amenazado con tirar de ella en reiteradas ocasiones, la realidad es que la manta sigue cubriendo demasiadas tramas oscuras. Los sinvergüenzas de este país, en vez de tirar de la manta, son más de tirar la piedra y esconder la mano, por eso la figura del arrepentido tiene escasa consideración social ya que suelen ser muchos más sinvergüenzas que arrepentidos. Además, aquí se estila muy poco lo del arrepentimiento espontáneo. Y no digo nada de atribuir la delación al concepto de moralidad, ya que eso sería partir de la premisa de que tienen moral.

Con todo, llevamos un mes de febrero cargado de arrepentidos. Hay pentiti en la Gürtel, en Púnica y en Lezo. La cantata más espectacular la ofreció Ricardo Costa, el ex secretario general del PP valenciano. Y en la Operación Triunfo de los juzgados de la Audiencia Nacional han cantado El Bigotes y los Francisco, Correa y Granados. Este último llevó sus confesiones hasta el terreno del amor. Una excepción, ya que en realidad los arrepentidos en España siempre cantan canciones de desamor. Desamor a las siglas en las que militaron; a las personas que "más quisieron"; a "sus amigos del alma"; a los empresarios a los que exigieron "donativos, o a esa Cosa Nostra que no quieren que sea suya.

En contra de lo que ocurre en otros países, en España nuestros arrepentidos se arrepienten de todo, pero no devuelven lo robado. Todavía no ha llegado ni un solo personaje a un juzgado con un maletín para decir: "Robé tantos millones y aquí traigo los billetes. Voy a empezar a confesar". Aquí confiesan pasados unos años, cuando se ha metido el dinero a buen recaudo. Y si pillamos algo de lo robado, es por pura mala suerte del trincón o porque la Policía no es tonta. Por voluntad propia, ni uno. Ni arrepentido ni sin arrepentirse, que una cosa es la moralidad y otra perder los ahorros apalancados para mantener una buena calidad de vida después del talego. Ninguna pena es eterna. Les recuerdo que todavía estamos esperando localizar el botín de Luis Roldán y hace siete años que salió de prisión tras 15 de condena.

Hay muchos modelos de arrepentidos. En el sumario de los ERE, el principal imputado, el que fuera director de Trabajo de la Junta, Francisco Javier Guerrero, también se ha arrepentido. Se ha arrepentido de haber hablado. Ahora se ha vuelto mudo. El locuaz alto cargo de la Junta, del que llegamos a saber hasta cómo de gordas se podían comer las vacas asadas, ha decidido guardar silencio. Y si en un momento habló, no fue porque quiso. Fue porque la tiraron de la lengua: la presión mediática y la policial, dice. Hasta seis veces contó lo mismo. Y en seis declaraciones judiciales diferentes. Ya debió de ser fuerte la presión que tuvo que soportar el hombre para "cantar" tantas veces sin querer hacerlo.

Don Masinomurió a punto de cumplir 72 años en Estados Unidos, donde se refugió en varias ocasiones tras sus confesiones en Italia. Tuvo una vida de novela: varias identidades, tres matrimonios y siete hijos. Qué cutres estos arrepentidos nuestros, que van a un juicio a arrepentirse y terminan contando que fulanito estuvo con menganita.

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