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CÓRDOBA

El agresor de Rosa María confiesa que la mató a pedradas por celos

  • Un amigo del presunto asesino reconoce que lo encubrió y acepta seis meses de prisión, frente a los dos años de cárcel que solicitaba el Ministerio Público

"Empezó a darme celos y no se callaba. Le dije que cerrara la boca y le di con una piedra. Recuerdo que le di dos veces en la cabeza". Con esta frialdad, F. J. M. A., de 27 años, reconoció ayer cómo mató a su pareja, Rosa María Millán, el 10 de febrero de 2005 en el descampado de la antigua Cepansa, junto a la joroba de Asland, segundos después de que la víctima le confesara que había mantenido relaciones con un amigo y que deseaba formar un trío. "Me insinuaba muchas veces que estaba con otros, pero yo nunca lo había visto. Y aquella noche me dijo que había estado con un chico", aseguró el presunto asesino, para quien la Fiscalía Provincial solicita 18 años de cárcel por un supuesto delito de asesinato.

A pesar de que un juez había dictado una orden de alejamiento contra el agresor confeso por un episodio anterior de malos tratos, fue la víctima quien el día de la tragedia envió un mensaje al acusado para quedar con él y mantener relaciones. La pareja quedó junto a la muralla de Lepanto y se dirigió hacia el solar de la antigua Cepansa, donde el procesado disponía de un colchón para dormir al abrigo de unas planchas de metal. "Estaba bebido y empastillado. Consumí Tranquimazín, Transilium, whisky, cerveza. Estaba viviendo en la calle, me había peleado con mis padres, con ella...", relató ayer.

Debido al consumo de estupefacientes -aseguró ante el tribunal-, el procesado no pudo recordar si la joven se quedó inconsciente tras la primera agresión. "Vi una luz y quise irme de allí, pero luego me volví y, al cogerla para taparla, gimió y me asusté", dijo. Así que asió de nuevo una piedra y se la tiró encima. También le asestó "dos o tres cuchilladas". "Ella gritaba, decía 'qué haces, qué haces'. Pero yo estaba muy ciego y no recuerdo si ella estaba sufriendo", relató. La víctima falleció como consecuencia de los traumatismos que sufrió en la cabeza, si bien los forenses deberán aclarar hoy el alcance de las lesiones.

A la mañana siguiente, el presunto asesino se dirigió a casa de un amigo, M. M. L., que ayer aceptó una pena de seis meses de cárcel como encubridor. Aunque en una primera declaración insistió en que el presunto asesino no le había contado nada, luego modificó su testimonio y reconoció su implicación. M. M. L. también aseguró que debido a su adicción a diversas sustancias estupefacientes no recordaba bien los hechos: "Me levantaba y el desayuno era una cerveza, metadona, Transilium, Tranquimazín, hachís...", relató. El encubridor guardó en su casa una mochila de la víctima que contenía ropa interior y objetos personales.

Uno de los puntos más discutidos durante la sesión de ayer fue la relación que el presunto asesino mantenía con la víctima. "Era una relación normal", sostuvo él. "Yo dormía con ella todas las noches. Nos llevábamos bien, otras veces mal, nos peleábamos. Yo no estaba con otras. Iba a su piso a dormir, a cambiarme de ropa, a comer... Su hijo estaba conmigo casi todas las tardes", aseguró.

Tras escuchar la confesión de los dos imputados, el Ministerio Fiscal, la acusación y los letrados de la defensa renunciaron a todos los testigos, por lo que el juicio quedará hoy visto para sentencia tras la declaración de los médicos forenses. La vista oral estaba prevista para tres jornadas.

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