La opinión invitada

Toca estimular el consumo, no cambiar los horarios comerciales

  • Ahora mismo, más tiempo de apertura no estimulará las ventas.

Hacer política económica no es una tarea fácil, sobre todo porque casi nunca los intereses de todos los afectados son coincidentes, ni los efectos de las decisiones sobre el interés general son tan evidentes como nos gustaría. Para ilustrar esta dificultad en el caso del comercio, no hay mejor ejemplo que la regulación sobre los horarios comerciales y la apertura en festivos, que divide al sector desde hace demasiados años.

Así, frente a los -pocos- que demandan la desregulación total de los horarios, la inmensa mayoría de empresarios del comercio -no sólo pequeños comerciantes, sino también la mayoría de los supermercados- piensan lo mismo: en las actuales circunstancias de contracción del consumo, una mayor apertura no va suponer un incremento de las ventas y sí de los costes, porque los consumidores andaluces y españoles no tienen hoy un problema de horarios, sino de disponibilidad de renta. Los datos del Panel de Consumo de Alimentación del Ministerio de Agricultura así lo confirman. Andalucía es la segunda autonomía que menos gasta en alimentación en los hogares, 626 kilos y casi 1.300 euros per cápita al año, cuando la media nacional supera los 1.500 euros y en kilos llega a los 676. El ajustado presupuesto de las familias andaluzas necesita de otros estímulos diferentes de los horarios, porque disponen de un gran número de puntos de venta donde realizar sus compras de alimentación a precios competitivos y con amplios horarios de lunes a sábado, además de contar con numerosas zonas abiertas en festivos para atender las necesidades tanto de los consumidores locales, como de los turistas.

Por su parte, los trabajadores de la distribución comparten la opinión de quienes no ven la necesidad de abrir más festivos. Por eso, tanto las empresas que -por su tamaño- podrían abrir más días, como las que no creen que les resultara posible, entienden que el esfuerzo que deberían hacer sus trabajadores ni es proporcionado ni está justificado por las necesidades reales de los consumidores, que disponen en España de unos horarios para hacer la compra amplísimos en comparación con el resto de países de Europa. En Asedas estamos convencidos de que este tipo de medidas no ayudan a aumentar la actividad ni mejoran la productividad del sector ni, por tanto, tienen el tan deseado efecto en el empleo del comercio.

Pero, por amplia que sea esta opinión entre los afectados -en Andalucía los socios de Asedas representan el 72,5% de la superficie comercial dedicada a alimentación-, entendemos que no es la única. Hay empresas que opinan de forma diferente y cuyos intereses -aunque minoritarios- son también legítimos. Como hemos señalado al principio, hacer compatibles las diferentes necesidades de todos los agentes de este sector (pequeño comercio, grandes superficies, cadenas…) no es tarea fácil. Se impone, por tanto, el diálogo, valorar con criterios objetivos el impacto de las decisiones en cada una de las realidades que conforman el sector y tomarlas pensando sólo en el interés general. Y, sobre todo, es necesario evaluar la oportunidad de cada medida, poniéndola en relación con el momento que vivimos.

Desde Asedas no creemos que sea, en absoluto, el momento de cambiar nuevamente las normas sobre horarios comerciales que se modificaron hace menos de dos años (en 2012). Lo urgente en el momento actual, con indicadores que apuntan a que el consumo alimentario está estancado, es poner en marcha medidas que devuelvan la confianza y la renta perdida a los ciudadanos. Ésas sí son iniciativas que incentivan el consumo. Y eso es lo que están haciendo otras economías de nuestro entorno. En Italia, por ejemplo, han optado por una bajada de impuestos selectiva para las rentas más bajas destinada a luchar contra el efecto "fin de mes"; Francia anunció recientemente medidas para conseguir un ahorro en la fiscalidad de las familias con recursos más modestos, por valor de 5.000 millones de euros de aquí a 2017, y Alemania ha subido el salario mínimo para incrementar la renta disponible.

Sin duda, todos estamos de acuerdo en la necesidad de recuperar el consumo como vía de crecimiento y generación de empleo. Pero en el contexto actual, una ampliación de horarios sólo serviría para incrementar los costes empresariales con el consiguiente efecto negativo sobre la rentabilidad, que se vería reducida y mermaría la capacidad de invertir y de generar empleo. El problema está en la demanda, no en la oferta. Tenemos que superar un problema de demanda, originado, sin duda, por la menor renta disponible de las familias y por la pérdida de confianza en el futuro. Seguro que, si nos centramos en lo verdaderamente importante, estaremos en condiciones de recuperar el consumo y entrar con paso más firme en el camino del crecimiento.

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