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El Falla y el cine

Del piano a Alcances pasando por el cine ‘s’

  • El Gran Teatro Falla fue utilizado por primera vez como cinematográfico el 17 de noviembre de 1923, cuando el cine aún era mudo y se acompañaba en directo por un pianista

EL  Gran Teatro aguantaría 14 años sin que su sala fuera utilizada como  cinematógrafo. Lo hizo por primera vez el 17 de noviembre de 1923, cuando el cine aún era mudo y se acompañaba en directo por un pianista y cuando la ciudad aún no contaba con salas específicas para este nuevo espectáculo, limitado a barracas, plazas abiertas durante el verano y los teatro-circos levantados en algunos puntos del casco urbano.

Ese 17 de noviembre el Teatro acogería una “velada aristocrática de cinematografía”. Cuenta el investigador Rafael Garófano en su libro Crónica social del cine en Cádiz, que la sala de proyección se montó en el hall de entrada al escenario, con una cabina metálica y un proyector A.E.G.. “Se ofreció un programa de la Casa Ajuria compuesto por la película en cinco partes Lo más grandes de la vida (de 1918), realizada por Griffith (uno de los grandes directores de la historia del cine) y con Lillian Gish como protagonista (a su vez, una de las actrices de mayor fama). También Fatty tiene la gripe (1918). La velada fue amenizada por un magnífico sexteto”.

El Teatro Falla, como comenzaría a denominarse meses más tarde, no tardaría en mantener un idilio con el mundo del cine, aunque siempre en un plano secundario respecto a otros espectáculos. Así, Garófano destaca el primer ciclo temático de películas que, bajo el nombre de Semana Aristocrática Religiosa de Cine, se ofreció en abril de 1924 con cintas como Fabiola (1917), In Excelsis Deo, ¿Quo Vadis? (1912) y Christus (1914).

El acompañamiento musical habitual en estas cintas se convertía en algunas ocasiones en un auténtico espectáculo. El Teatro estrenó en diciembre de 1927 Nobleza baturra. La ya histórica proyección se completó con la actuación de una rondalla, unos cantores aragoneses de jota y una pareja de baile. Un año después, la proyección de El Gaucho, protagonizada por Douglas Fairbanks, ejemplo de galán de Hollywood, contó con una orquesta de catorce profesores. También en 1928 se celebran en el Teatro unas jornadas denominadas 'Té-Cinema-Baile' en las que los espectadores “podían pasar de una actividad a otra sin salir del edificio”.

El desarrollo técnico en la industria del cine avanzaba a pasos agigantados. Se hacen pruebas de cintas en color y, sobre todo, se trabaja en el cine hablado. Así, en abril de 1928 se presenta el fonofilm o cinefon ideado por el americano Lee de Forest para la proyección de películas parlantes. La expectación fue tal que se llegan a poner tranvías especiales desde la ciudad de San Fernando. Las proyecciones, de diversos cortos, se alargaron durante varios días. Cuenta Rafael Garófano que la prensa acogió el invento con bastantes dudas al considerar que “no es más que un complemento del cinematógrafo y el fonógrafo”.

Será en 1931 cuando el Gran Teatro Falla proyecte su primera cinta sonora: Rio-Rita (1929). Claro,  sólo se enteraron los que sabían inglés. Afortunadamente el doblaje se normalizó pronto, lo que permitió entender la primera película húngara acogida por el salón gaditano. Fue en 1934: María, leyenda húngara.

Tras la Guerra Civil, el cine fue tomando fuerza en la programación de un teatro que estaba gestionado por una empresa de titularidad privada. El Cómico, reconvertido en Cine San Miguel, y el Andalucía, aún siendo concebidos como salas de teatro también apostaban por uno de los escasos entretenimientos de los que podían disfrutar los gaditanos en las primeras décadas de la dictadura militar.

Claro que, a veces la programación no animaba. El 30 de octubre de 1942 se celebró una velada organizada por el Partido Nacional Socialista de Alemania y la colonia de este país en Cádiz que disfrutaron de varios documentales de la UFA.

Mejor suerte tuvo el estreno en enero de 1950 de Juana de Arco. Se llevó once días en cartel. Récord para el Teatro que sería fulminado con Lo que el viento se llevó, estrenada en 1952 (trece años después de su rodaje) y que estuvo 22 días en la sala gaditana.

Los nuevos aires democráticos trajeron también cambios en la programación cinematográfica en el Falla. Cerca de 2.000 personas presenciaron la proyección de Emmanuelle Negra, la primera cinta calificada 's' por su contenido erótico. El Teatro había entrado ya en una etapa de decadencia. El edificio pedía a gritos una amplia reforma y su carácter de sala de cine no iba acompañada de un mobiliario adecuado. No obstante, pasaría sus últimos años antes del inicio de la rehabilitación integral en la década de los ochenta, siendo la sede principal del Festival de Alcances.

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